Cuando han pasado muchos días y no aparece la imagen actualizada de Chávez en los medios de comunicación y al público se le hacen llegar referencias llevadas en la voz de Maduro algunos aceptan con sinceridad y esperanzas, otros quisieran verlo, y hay quienes especulan en bien y otros en mal.
Ahora bien, para no hacer conjeturas al azar acerca de la situación del presidente Chávez, vamos en esta vez recurrir a la filosofía en el sentido que lo hacía Heráclito de Efesos, cuando en uno de sus fragmentos conservados desde hace más de dos mil años nos decía: Los ojos y los oídos son malos testigos para los hombres que tienen una alma bárbara.
Ahora para los que tienen un alma diferente caen bien los siguientes pensamientos del filósofo antiguo griego: La enfermedad hace agradable la salud, el hambre la saciedad, la fatiga el reposo.
Y así, podríamos decir que, después de la descomunal fatiga a la que se encontró sometido en la historia de la lucha revolucionaria venezolana contemporánea, durante el proceso electoral y posteriormente durante la cirugía, sin conjeturas deseamos que se restablezca y vuelva; como seres humanos humanistas esperamos que de estas cosas discordantes surja las más bella armonía: una Venezuela cada vez más unida, más revolucionaria, más internacionalista, más socialista y más humanista, porque los latinoamericanos sabemos que es en esta batalla donde Chávez combate con el corazón y comprendemos que lo que espera se compra al precio de la vida.
Es por ello que los latinoamericanos reconocemos la inmortalidad de Bolívar a través de Chávez y la inmortalidad de Chávez a través del restablecimiento de la esperanza del socialismo en América Latina, de la redención de los condenados por el imperialismo, del impulso práctico del progreso de los pueblos latinoamericanos y de alzar el humanismo como bandera filosófica latinoamericana frente a la inmoralidad, el cinismo, la criminalidad, el individualismo mezquino que practica el imperialismo contra nuestros pueblos.
