Mi alejamiento de Conexión Social

Amigas y amigos: He decidido salirme, por lo pronto, de Conexión Social. El día sábado 23 de julio, en la asamblea de la Universidad Simón Rodríguez, en Palo Verde, Caracas, en la plenaria que concluyó la asamblea de Carora, se aprobó por mayoría el "Borrador de Manifiesto de Carora", con cambios menores para lo que nos ocupa, como el que el socialismo no surge del capitalismo, sino de la persona humana. En particular, no se modificó el apartado del borrador original sobre el socialismo, que era la parte más polémica. Se decidió hacerlo público prácticamente en su totalidad, incluyendo las partes que dicen:

"Los mecanismos para ejercer el poder popular deben ser más expeditos, aunque implique la modificación de la constitución y las leyes, para fortalecer el poder popular y el socialismo bolivariano". Otra dice así:

"La constitución actual se pensó bajo el capitalismo y neoliberalismo, no tiene nada de socialista y debe ser modificada para socializar el poder popular, para un socialismo del siglo XXI con base constitucional".

Otras frases no solo definen en socialismo, sino que declaran que quien lo dice está abiertamente a su favor, identificándolo con poder popular. Independientemente de la ideología que yo tenga en lo particular, que este paso convierte a Conexión Social en un partido político, y le quita la amplitud necesaria para impulsar un proceso unitario, desde la base, de promoción del poder popular, que es la tarea básica de los que quieren transformar sustancialmente a nuestro país para perseguir el máximo bienestar posible del pueblo. Para ser un partido político, por cierto, es suficiente promover una ideología sobre cómo se organiza el gobierno o el Estado, para que el pueblo decida sobre esa base, sea en elecciones, o a través de su ejercicio directo (normalmente también se proponen las personas que lo impulsarían desde el Estado, una vez electos).

Al CS declararse socialista se convierte en un grupo más, que excluye la posibilidad de que la Guardia Nacional, Conatel y la Sunacoop, por ejemplo, y todas las instituciones que se habían incorporado a ella, sigan en ese espacio que pretendía ser común y constitucional. También excluye al pueblo adeco y copeyano, y al independiente, entre otros, sin ninguna necesidad. Ahora CS tiene que sumarse, ella misma, a otros espacios de promoción, y pierde la universalidad que le había permitido buscar la unidad mínima para buscar lo que es una posibilidad cierta en estos momentos, que es que el pueblo tome el poder directamente, basado sola y simplemente en la Constitución Bolivariana, tal como está. Ahora el trabajo de unidad hay que empezarlo de nuevo, con CS como un grupo más, a menos que CS cambie cuanto antes, y se enrumbe de nuevo. Y esa tarea no es fácil. Nada fácil, pero realizable, de acuerdo a la experiencia que hemos tenido hasta ahora, a pesar de los múltiples obstáculos y demonios del pasado, como el protagonismo, los celos, el oportunismo personal y grupal, que habíamos enfrentado hasta ahora con mucho progreso, aunque sin éxito total.

Las oportunidades que abre la CRBV son inmensas, y cambian radicalmente el rol de los partidos políticos. Ahora el pueblo tiene la oportunidad de gobernar directamente, y no a través de gente de los partidos, si se aprovecha todo el potencial que viene de los Consejos Comunales, y todo el edificio que puede armarse a través de un Sistema Nacional del Poder Popular que respete la Constitución, pero que pueda, en la práctica, servir de herramienta organizativa al pueblo para impulsar su propio poder, y un proceso constituyente mucho más dinámico y permanente, para transformar el actual Estado burocrático, corrupto-corruptor, en un Estado popular, participativo y protagónico.

Pretender enseñarle al pueblo socialismo, a estas alturas, como requisito previo a asumir el poder, es desconocer el poder que puede ahora asumir al pueblo. Estamos en este momento histórico en una circunstancia que permite al pueblo asumir la hegemonía política, tomar el poder, y no simplemente expresar su voluntad a través de representantes. Cuando el pueblo se organice en Consejos Comunales y todo el edificio del poder popular que es ahora posible, los partidos tendrán que impulsar sus ideologías, o sus cuadros, desde el seno del pueblo en el poder, y asumirán un papel subordinado, más temprano que tarde, contrariamente a lo que permitía la democracia representativa.

Querer impulsar una ideología sin impulsar el poder popular primero, en las actuales circunstancias, es una crasa subestimación de la capacidad del pueblo de tomar sus propias decisiones. Pretender que el pueblo no está preparado para tomar el poder, o gobernar, porque le falten capacidades gerenciales, o aún ideológicas, es subestimar, e irrespetar, al pueblo. Al pueblo en general solo le falta saber que "sí puede" en lo político, y ha avanzado grandemente en ese sentido en todo este proceso educativo impulsado por el Presidente Chávez. Ya incluso ministerios, gobernaciones y alcaldías no se escapan a la inconformidad de un pueblo ansioso de pasar a una etapa cualitativamente distinta, en que sus problemas no sean resueltos desde arriba, sino en que él mismo pueda resolverlos. Y los problemas son tan graves, que solo el pueblo salva al pueblo, como reza una feliz frase que se ha levantado a sí misma en la conciencia del pueblo por su profunda necesidad histórica actual.

Quienes necesitan talleres ideológicos son quienes no están conscientes de que el pueblo ya está preparado para tomar el poder, y se lo han negado, o no lo han impulsado, creyéndose ellos mejores que el pueblo para gobernar, o ejercer el poder en general. Las razones teóricas, y la evidencia empírica documentada que dicen que el pueblo gobierna mejor que sus propios representantes es tan abundante, que un sector importante de la derecha, por ejemplo en el Banco Mundial, está incluso consciente de ello. La izquierda que aquí insiste en "formar ideológicamente al pueblo" como tarea primordial, previa a la toma del poder por parte del pueblo, está sencillamente a la derecha de la derecha ilustrada hoy por hoy. La tarea prioritaria no es formar ideológicamente al pueblo, sino impulsarlo para que tome el poder, y desenmascarar y luchar contra los enemigos del poder popular, no como personas, claro, sino como instrumentos de la dominación económica y política del pueblo que busca emanciparse.

Pero hay gente con buenas intenciones que no se ha dado cuenta de que el pueblo en el poder genera una nueva cultura, y una nueva ideología, en un proceso de formación colectivo, de "control social interno", que implica asumir las mejores ideologías para sus intereses, en un proceso complejo y hasta riesgoso, desde cierto punto de vista, pero sencillamente inevitable si se usa el método de la revolución pacífica, la democracia participativa, el mejor, por cierto, como herramienta de toma de decisiones colectivas. Es desde dentro, y no desde fuera, o desde arriba, que puede aportarse al crecimiento ideológico del pueblo, y al crecimiento gerencial del pueblo. Y en este proceso, más de un "ideólogo" va a encontrar más de una sorpresa que le va a permitir apreciar su ignorancia y la sabiduría popular. Basta de paternalismos, incluidos los ideológicos, amigos y amigas.

Quienes no crean que el pueblo tenga la sabiduría necesaria ya para tomar el poder están asumiendo el mismo rol en este momento de profundización de la democracia, que quienes creían que las mujeres, o los negros, en el momento en que los revolucionarios estaban impulsando sus derechos políticos, no sabrían cómo votar cuando se permitiera a estos sectores sociales acceder al método de democracia representativa. ¿Cómo iban los partidos en ese momento en que esos sectores excluidos no votaban a impulsar entre ellos, como prioridad, la socialdemocracia, por ejemplo? Debían, como paso primordial, luchar con los las personas de esos sectores, y en conjunto con otros partidos que tenían sus propias propuestas populares, para que realmente se les permitiera votar. De la misma manera, ¿cómo se va a impulsar realmente el socialismo si no se impulsa el que el pueblo asuma el poder político en la práctica, para que desde allí impulse esta doctrina? Sería como si en ese momento histórico del pasado se hiciera propaganda durante la campaña electoral entre los negros y las mujeres sobre la socialdemocracia y sus candidatos, sin que ellos pudieran hacer ninguna diferencia en el resultado final porque no podrían votar. Si se impulsa la idea socialista entre el pueblo en estos momentos, sin que el pueblo asuma el poder, lo único que podría lograrse es que el pueblo vote por un candidato socialista a la presidencia, o a cualquier otro cargo, cuando haya elecciones. Pero no se daría un paso fundamental hacia la transformación política cualitativamente distinta si no se promociona el poder. Seguiríamos en la democracia representativa, y no en la participativa. Para lograr el cambio, hay que sumar fuerzas, con todos los involucrados posibles, sin exclusiones de promotores, independientemente de su ideología o su claridad ideológica. Si se resta gente, se resta fuerzas, y eso no está planteado.

El que CS se declare socialista no solo no ayuda a la promoción del poder popular, sino que la retrasa. No existe, hoy por hoy, un espacio de organización que se gane la confianza plena del pueblo llano, para impulsar un frente amplio, constitucional, que impulse de manera coherente el poder popular. La única manera de hacerlo es construyendo un espacio realmente altruista, que no busque promover su propio poder como los partidos políticos que hemos tenido, sino el poder popular. Y debe promoverlo como prioridad fundamental, porque realmente crea en eso, y sepa lo que significa. CS era la esperanza para hacer esto, y ha dado un peligroso paso hacia atrás en este sentido.

¿Cómo va el Acción Democrática, o un partido político cualquiera, convocar a una asamblea de ciudadanos para conformar el Consejo Comunal? Si Conexión Social, "Promotores del Poder Popular", una agrupación socialista, convoca a los ciudadanos a una asamblea para conformar los Consejos Comunales, ¿ustedes creen que el pueblo adeco o copeyano, o los independientes, se van a sentir convocados? La legitimidad de una asamblea, claro, no la da el convocante, sino el número y la composición de la asamblea misma, aunque el poder de convocatoria del convocante es crucial en el proceso. Pero es absolutamente obvio que, con la división que se ha creado en la Venezuela de estos últimos seis años, por responsabilidad básica de los medios de oposición, hay una división importante en el seno del pueblo, impuesta desde arriba, que no debe, so pena de irresponsabilidad política de los revolucionarios, perpetuarse o incentivarse.

Incluso si alguna parte del pueblo opositor puede estar jugando a ganador en estos momentos, la eficiencia política en el buen sentido del término sería mínima si no se tiene credibilidad como convocante confiable, amigos y amigas (más allá de los convocantes institucionales, como los CLPP, que son, en su gran mayoría, ilegítimos, como sabemos). El reto de quienes creemos en el poder popular es convencer a todo el pueblo que somos sinceros en lo que decimos, y no que estamos manipulando las cosas para que triunfe una corriente del pensamiento en el pueblo, antes de constituirse en poder. Esto genera la desconfianza de quien es manipulado para una asamblea para que las decisiones sean las que el convocante propone. No habrá confianza, amigos y amigas, sino que habrá denuncias de falta de legitimidad de las decisiones tomadas, sobre todo por quienes no asisten a la asamblea, precisamente porque se cree amañada. Uno de los mayores retos, pues, de quienes creemos en la revolución bolivariana, es estar realmente dispuestos, sin manipulación de ningún tipo, a las consecuencias de ser verdaderamente democráticos. Otra actitud produciría, y con razón, la sensación de fraude, y crearía divisiones en el seno del pueblo completamente innecesarias.

El socialismo desde arriba es una aberración que nada soluciona, amigas y amigos. Pero si alguien cree en el socialismo, permita que el pueblo lo decida por su propia voluntad como el más necesario camino. Lo primero es impulsar el poder popular, pero desde adentro, los partidos pueden jugar el rol que les parezca, y el pueblo va a tomar, en general, las mejores decisiones. El que CS se declare socialista es un paso hacia atrás en el camino de la promoción del poder popular, la democracia participativa. No se niega a los partidos que ejerzan su función, sino que se está diciendo que es necesario un proceso unitario, que aproveche las tremendas oportunidades de unificación desde abajo del pueblo llano.

Por eso me salgo de Conexión Social. Porque no quiero estar, por lo menos por lo pronto, en un partido político. Prefiero ser promotor del poder popular, de manera amplia, incorporando a quienes quieran hacerlo, independientemente de la ideología política que digan tener. Y es absolutamente imprescindible que cuando los promotores del poder popular vayan a convocar a asambleas de ciudadanos para conformar los Consejos Comunales, lo hagan para promover el poder popular, no para promover el socialismo. Si el pueblo adeco, copeyano, o independiente desconfía de los convocantes como simplemente chavistas, nunca se va a acercar. Si hubiera un 80% de aceptación de las propuestas del Presidente Chávez entre la gente que quiere participar en los Consejos Comunales, y es solo ese porcentaje de población el que va a las asambleas, no debemos, por nada del mundo, considerarnos satisfechos. El 20% restante tiene todo el derecho de participar, y es tan importante su participación, que si las asambleas se hacen sin su consentimiento, por haberseles segregado en la convocatoria, las asambleas simplemente no son legítimas. En cambio si va el 100%, y se toman las decisiones que quiere el 80% de los que apoyan al Presidente Chávez, entonces sí que hay legitimidad. Tanto en el primer caso como en el segundo hay 80% de la población que toma una posición, pero solo el segundo porcentaje está capacitado, por legitimidad política, para tomar la decisión. La cosa es de método, método democrático, y el método es absolutamente crucial. Y debemos no solo creer en ese método, sino parecer que realmente creemos en él. Debemos ser creíbles. Es tan importante esto, que los revolucionarios deben gastar toda la energía que usan para impulsar la revolución, en impulsar este proceso unitario, so pena de que la revolución no se haga, o se haga mal, o se malgaste tiempo, y, sobre todo, vidas en esto. La razón es que la falta de democracia implica violencia, y lo que hemos escogido es un método pacífico. Pero la falta de democracia participativa también genera muerte por hambre, al perpetuar la ineficiencia y la corrupción, que generan políticas subóptimas.

Lo que ha ocurrido le da pie a alguna gente, que por celos de protagonismo, dentro del movimiento popular, quería forzar a concebir a CS como un grupo más. Ahora es un grupo más, mientras no cambie esta decisión, nefasta según mi criterio. Mi predicción es que si CS no cambia cuanto antes su decisión, serán los CLPP actuales, y el ministerio de desarrollo social y participación popular, quienes lidericen el proceso de promoción del poder popular. Sería lamentable que el pueblo no tenga una organización independiente con suficiente fuerza, sobre todo en lo moral, y con cierta legitimidad política, que pueda acompañar este proceso vigilando las posibles desviaciones tanto de los CLPP (que ya están ocurriendo!), como de un ministerio del gobierno, por los problemas de falta de autonomía, y por diseño político.

En relación a los CLPP actuales, tienen problemas de ilegitimidad, en su grandísima mayoría, por su manipulación por parte de alcaldes que no creen en el poder popular, y han impuesto a dedo a dedo a sus miembros para manipular las decisiones del organismo. La nueva ley del poder público municipal les da un poder grandísimo a los CLPP para regular todo lo que tiene que ver con los Consejos Comunales y Parroquiales. ¿Cómo van a darle unos CLPP ilegítimos, y que no creen en el poder popular y que representan la voluntad de un alcalde que no quiere perder su hegemonía política, poder al pueblo? Por lo menos hay que dudar de lo que pueda salir de ahí, y estarlo supervisando. En relación al ministerio creado, ¿cómo va el movimiento popular a controlar posibles desviaciones, a hacer "contraloría social en lo político" de manera efectiva? Por ejemplo, la propuesta conocida del Presidente sobre participación, que según me dicen es impulsada por la dirección del Despacho de la Presidencia de la República, sectorializa a las comunidades, al relacionar directamente con entes públicos a los comités de tierras, de salud, etc. Esto, de ser cierto, y de ser impulsado desde este ministerio, le quitaría toda la fuerza a los Consejos Comunales, y le daría, en la práctica, el grueso del poder al gobierno, a la democracia participativa, que por muy buena que sea, no tiene la efectividad del pueblo mismo gobernando; el Estado actual no cambiaría con la celeridad que tiene que cambiar. Esto debe conocerlo el movimiento popular de manera independiente, y opinar sobre ello. Claro que el movimiento popular va a estar conociendo esto a través de sus distintas organizaciones. Pero hace falta tener más organización, más cohesión, más unidad, indudablemente, para tener más contundencia, aunque solo fuera por la capacidad de generar información y debate de manera efectiva y rápida.

Los peligros son muchos, pues los enemigos de los cambios emprendidos ahora estarán mucho más pendientes de lo que pase con el poder popular. Si al Presidente Chávez, que no ha hecho la revolución todavía (la que implica la democracia participativa de hecho, no solo en el papel, ya que en materia de democracia representativa ha habido sustanciales avances), lo han tratado de tumbar, desprestigiar, satanizar, e incluso asesinar, ahora, cuando empieza realmente la revolución a partir de la toma del poder del pueblo, surgirán legiones de demonios, incluso con ropaje de revolucionarios, a parar este proceso.

Hay tanto peligro que el demonio está a nuestras narices. Por ejemplo, el no creer en el pueblo, el creer que habría anarquía, o que la falta de cultura de la gente llana no permitiría que se administraran los recursos de manera apropiada, o que el individualismo, la desidia, la corrupción, la ignorancia, etc. minarían la eficiencia administrativa del pueblo en el poder, está en las mentes de muchos gobernantes, funcionarios, y dirigentes políticos de los partidos “revolucionarios”, además de muchos dirigentes del movimiento popular. Esto es una ideología _netamente_contrarrevolucionaria_, completamente de derecha, amigos y amigas. Y la gente "de izquierda" que cree esto, se va a sentir herida cuando esto se presente ante sus ojos. No se dan cuenta que la cultura, la ideología, depende de la estructura, y que aquí no se trata de moral individual. Si cambia la estructura de la propiedad política, cambia la cultura política de la gente (sobre esto se habla en el documento que hasta ahora había sido la doctrina de CS: Hacia el Estado Popular, Participativo y Protagónico). ¡Imagínense a los enemigos del pueblo siendo representados por los líderes "izquierdistas" del proceso! El pueblo, pues, no necesita talleres ideológicos impartidos por estos representantes paradójicos de la ideología de la dominación. ¡Son ellos quienes necesitan talleres ideológicos! ¡Lo prioritario para el pueblo es tomar el poder, no los talleres ideológicos, amigos y amigas! Lo que se quiere es el cambio estructural, no el cambio de cultura desde arriba, basado en la moral individual, predicada, paradójicamente, creen en el método educativo de los dominadores como método de emancipación.

Déjenme poner esto de manera cruda: quien no crea en el pueblo en su fuero interno, sobre todo si tiene poder político y lo ejerce en consecuencia, es un agente de la explotación del pueblo, de la dominación política, económica e ideológica del pueblo; es un agente del imperialismo; es un contrarrevolucionario, y un enemigo mortal de la revolución bolivariana. Estoy hablando de todos, amigos, incluyendo al Presidente. Al que le caiga el guante que se lo plante, pues no estamos para jueguitos a estas alturas de la historia. O se cree solo en la democracia representativa, con todos sus dejes de desconfianza en la "ignorancia" del pueblo por su falta de formación en las universidades actuales, o se cree en la democracia participativa, con su confianza en la cultura y la sabiduría populares. O se cree en un concepto de democracia inoperante, obsoleto históricamente, y fácilmente utilizable por los usurpadores, disfrazados o no, del poder popular, con el cuento de que ahora hay mejores administradores, o se cree en la principal propuesta de la constitución bolivariana, con todas sus consecuencias. O se cree en el pueblo, o no se cree. O se da poder, todo el poder, al pueblo, o se es contrarevolucionario en la práctica, a pesar de los discursos bonitos. No hay puntos medios en esta materia, amigos y amigas, por muy equivocado que uno crea (erróneamente, claro) que está el pueblo.


No estoy diciendo que un partido socialista no pueda ser promotor del poder popular, claro. No digo que CS no pueda ahora, como socialista que se ha declarado, promover el poder popular. El problema es que su legitimidad como convocante se merma sustancialmente por haberse declarado un partido más. Los convocantes tienen que ser ahora CS con otros, un conjunto amplio, suficientemente creíble, de promotores. Pero ese conjunto, si estuviera organizado, sería mucho más efectivo. CS antes era esa esperanza de “conjunto”, que por lo pronto está vacío. Es como si el CNE, quien cuenta los votos, y convoque a elecciones, no fuera confiable por todos los participantes. La tarea principal del CNE es hacerse creíble, pero con hechos, y no simples palabras, mostrando sus métodos, y mostrando su composición, mostrando sus debates internos, en que participan todos los involucrados. CS debe ser no solo un promotor amplio, reconocido como tal, del poder popular, sino también una especie de CNE para los efectos de convocar a la democracia participativa, pues hay un vacío a este nivel, sobre todo a nivel fáctico, de necesidades urgentes de avanzar sin que se haya avanzado casi en estos seis años pasados (pues el pueblo no está gobernando directamente).

Este vacío no puede ser llenado con la celeridad necesaria, que exige el pueblo, por el CNE, por los CLPP o por el recién creado ministerio. Pero es una especie de CNE construido desde abajo, no desde el gobierno, sino desde quienes creen /realmente/ en la democracia participativa, y compuesto por miembros del pueblo mismo, erigidos en líderes de este nuevo proceso "eleccionario", este nuevo proceso político de toma del poder, pero no ya a través de elecciones, sino a través de asambleas, que realizarán de acuerdo a su propia dinámica sus propias elecciones de voceros, sin la participación del CNE. Si CS no es amplio, y se convierte en un partido, en un grupo más, con una agenda política determinada, pierde toda la legitimidad como un ente convocante. CS, para asumir el rol propuesto, tiene que hacerse creíble, pero con hechos, no con palabras. Pero el paso que ha dado, no solo no muestra hechos. Muestra palabras, gratuítas (porque tampoco ha demostrado ser socialista, amigos y amigas: esto es más que palabras bonitas), que van en sentido completamente contrarios a lo que se pretende. Así como el CNE no puede hablar simplemente paja para hacerse creíble, CS no solo debe decir que es amplio, sino que debe demostar con hechos que lo es. La verguenza de lo que ha pasado es que quienes han promovido la decisión no solo no han mostrado los hechos, sino que han mostrado las palabras precisamente contrarias a lo que se pretendía.


Y el peligro es que los agentes convocantes sean los CLPP actuales, y el recién creado ministerio, con todas las desconfianzas, completamente innecesarias y evitables, que esto pueda traer, como las planteadas, solo a manera de ejemplos, sin contemplar todas las posibilidades de otros peligros. Y por eso es que es absolutamente crucial para CS incorporar a su seno, como espacio amplio, a todos los líderes naturales de las comunidades. Y el paso hacia atrás que se ha tomado a echado por la borda el tremendo avance que estábamos teniendo en ese sentido. Esos líderes legítimos ahora pasarían a ser, simplemente, miembros de un nuevo partido. Un partido muy bueno, es cierto, si realmente cuenta con ellos, pero un partido al fin.


En mi opinión personal, el empoderamiento político tiene primera y máxima prioridad. Luego vendrá el empoderamiento económico. Esto no quita que el gobierno representativo haga lo máximo que pueda en el interín por tratar de mejorar las condiciones de vida del pueblo pobre, prioritariamente, y de la clase media, en segundo lugar. El empoderamiento económico sólo puede venir bien fundamentado si son las comunidades, para poner solo un ejemplo, las que otorgan los créditos a las cooperativas, y las que los cobran; la gestión desde arriba de este proceso es absolutamente desastrosa, anárquica, injusta, corrupta e ineficiente. Pero para que esto ocurra, la comunidad debe tener el poder político: el Consejo Comunal es quien debe fijar las políticas, gestionar, controlar y evaluar continuamente estas cosas. Ahora bien, quien no opine lo mismo sobre estas prioridades puede estar en el mismo espacio de promoción del poder popular. Con esto lo que digo es que la promoción del poder popular, dada la tremenda oportunidad que se nos presenta con esta Constitución, es absolutamente prioritaria, más prioritaria que el "empoderamiento ideológico", por ejemplo. De hecho, no habrá realmente empoderamiento ideológico si no se es protagonista en la gestión política.

Y no persigo con todo esto idealizar, idologizar, o endiosar al pueblo, como entidad etérea. De hecho, durante y luego del empoderamiento lo que viene es una lucha cuerpo a cuerpo contra los demonios del pasado en las conciencias del pueblo. El proceso será sumamente conflictivo, pues habrá acusaciones de unos contra otros, y pugnas de todo tipo, ya que se soltarán los demonios que llevamos por dentro. Pero solo así los identificaremos, en colectivo, y los someteremos. Habrá nada menos que una revolución espiritual de marca mayor, para mencionar una realidad que va más allá, aunque engloba, el aspecto cultural de la revolución, una revolución cultural desde abajo, y “pacífica” ( ;-) ). Habrá, pues, una lucha a muerte en el terreno ético y moral, contra los mil demonios del comportamiento egoísta del pasado, no mencionados aquí. Esto vendrá de la contraloría social interna, el control social y la educación interactiva que se emprenderá. Y allí es, precisamente, que jugarán su parte, las enseñanzas morales de las diversas corrientes, entre ellas las de los pensadores y practicantes del socialismo. No hay que considerar que el pueblo es un niño a quien hay que enseñar a comportarse, sino que hay que considerarlo un adulto que puede aprender por sí mismo, pero que es tan inteligente que estará consciente de que perderá mucho tiempo si trata de inventar la rueda de nuevo. El asunto es que tiene pleno poder para equivocarse también. Hay que arrear con los bueyes que tenemos. Y el pueblo se equivocará mucho menos que los equivocados que lo subestiman, por creerse superiores. Basta de paternalismo ideológico, amigos y amigas. No estamos pa'eso a estas alturas de la historia, y con estas oportunidades que se abren ante nosotros. No hay que perder un solo minuto más: hay que conformar los Consejos Comunales.


Estuve considerando por un instante si mantenerme dentro de CS para impulsar los cambios que deben darse, para que se vuelva al carril, como lo entendemos un grupo importante dentro de CS. Pero me dí cuenta casi inmediatamente que eso no era posible. No quiero ser un infiltrado (quien trabaja dentro de una organización con un objetivo, no confesado, distinto de la misma, para usar a la organización con ese objetivo). No podría moralmente dejar de acatar la decisión mayoritaria cuando vaya a las asambleas de promotores regionales o locales, o a las asambleas de ciudadanos. No podría ir allí y decir que soy miembro de Conexión Social, que tiene un Manifiesto público en que se declara favorable al "socialismo bolivariano" (concepto no bien definido, por cierto, todavía), y al mismo tiempo decir en mi discurso que impulso que en el espacio esté gente que no cree en esa doctrina, pero que quiere impulsar el poder popular, o que es simplemente miembro del pueblo, y que no está seguro de qué es aquello. Tampoco quiero ser un vividor, un vivián, un zángano (un tipo de infiltrado, que usa los frutos de la organización para beneficiarse individualmente, o como grupo distinto), que usa lo que se dice en las listas o las reuniones para usarlas luego con otros propósitos personales o grupales, por ejemplo para sacar ideas de allí y luego publicarlas en un libro mío, que me promociona, o usar esas ideas para reformularlas y hacer un documento mío, y presentárselo al Presidente para lograr su favor, por ejemplo; otro caso es quien simplemente está ahí para ver qué saca, para usarlo con diversos propósitos. Tampoco quiero ser un quinta columna (otro tipo de infiltrado, cuyos objetivos específicos son destruir la organización), pues no quiero destruir a CS para formar otro grupo, porque considere que me hace competencia, pues caería en el tema, que hemos criticado, de los celos por protagonismo. Mucho menos quiero ser un traidor (otro tipo de infiltrado, que está en la organización primero como amigo, y luego pasa a ser, ya sea dentro de ella, como espía, o fuera de ella, como atacante informado, para destruirla). Finalmente no quiero ser un oportunista (otro tipo de infiltrado, que se "mimetiza" con el ropaje y el lenguaje de la organización, "corazón blanco con la boina roja"), usando la cachucha de CS para ver si la cosa prende, y juego a ganador incorporándome, o si la cosa se cae, me salgo. Sencillamente actúo por principio, no acepto la decisión mayoritaria, y me saldo de la organización mientras esto esté en pie.

Así que no me queda alternativa sino estar fuera de CS, y esperar que reconozcan lo que considero un error, o que nueva gente que se incorpore a esta perspectiva, o gente antigua que no quería tomar ese rumbo pugnen desde dentro, sin caer la infiltración y la traición (pues no tienen el problema que tengo yo de principio, porque no se niegan a militar en un partido político, o por la razón que sea) para hacer retornar a la organización al carril, potenciado con nuevos aportes. Espero que en la oportunidad de la próxima asamblea se trate este tema, y se me invite para dejar sentada mi posición, aunque sin derecho a voto, como la posición que fue minoritaria en Carora, para que la gente la considere de nuevo, en las nuevas circunstancias, y después de un debate.

Pero si no se corrige el rumbo, no solo continuaré fuera, sino que impulsaré, con un grupo de personas que piensan los mismo, otro espacio, que promueva el poder popular de manera amplia, que sea creíble, y no solo tenga esos principios. Sobre esto hay que decir que, como dice el dicho, no solo hay que ser honesto, sino parecerlo, no solo hay que ser democrático y amplio, sino demostrarlo, pero no con poses, o palabras, sino mediante acciones realmente creíbles, pues aquí la creencia de otros, en particular de la oposición, sobre las intenciones de uno deben ser sin sospecha de manipulación con sesgo ideológico más allá de lo que propone la Constitución y de la propuesta básica del Sistema Nacional del Poder Popular, si es que esto se aprueba en asamblea, como se ha aprobado antes, con menos detalle, por ejemplo en la asamblea del Celarg a principios de este año. No me preocupa que seamos pocos, pues los primeros cristianos fueron doce apóstoles, y los primeros seguidores de Bolívar también fue poca gente. Lo importante es tener bien las ideas, y no partir de una mala semilla, sino de una semilla robusta, bien diseñada. Invitaríamos luego a CS a formar parte de ese espacio amplio, necesario en las presentes circunstancias, sin ningún tipo de rencor, sino interpretando que había un grupo importante de gente que quería hacer lo que CS ha decidido, y están en su derecho, aunque la creación original de CS no tuviera ese objetivo.

Alguien se preguntará porqué no empezar de una vez con otro grupo, con otro espacio. Mi respuesta incluye que hay que dar el beneficio de la duda a quienes tomaron la decisión. Muchos me dijeron que no estaban claros al salir de la asamblea. Además, en la Universidad Simón Rodríguez había solo 80 personas, máximo. Aunque este número es legítimo, pues es protagónico (los demás no fueron, a pesar de haber sido invitados, y deciden quienes votan, y no quienes se abstienen), puede no expresar a todo el colectivo, que en presencia de las consecuencias de la decisión, pueden decidir estar presentes en la próxima asamblea. Esto es un proceso dinámico. Ciertamente perderemos tiempo. Pero es el tiempo que requiere la gente para pensar bien sus cosas, y no podemos imponer una aceleración artificial del proceso, y debemos tener en cuenta los recursos con que contamos. Es por eso que llamo a mi decisión un alejamiento temporal.


Está disponible mi ponencia en la asamblea del sábado, y el documento, en su versión anterior a esa asamblea, llamado “Hacia el Esatado Popular, Participativo y Protagónico”, a través de mi correo fperez@ven.org . Debo concluir diciendo que soy optimista, pues sé que Dios escribe derecho con líneas torcidas.


Que cesen los partidos y se consolide la unión, como lo quería Simón Bolívar.


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Felipe Pérez Martí

Economista. Coordinador del Movimiento Libertadores. Ex-ministro de Planificación y Desarrollo.

 felipeperezmarti@gmail.com      @Sabiens

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