Parafraseando a Carl Von Clausewitz, las elecciones son la continuación de la política por otros medios, o lo que sería lo mismo, es el medio más idóneo para conquistar el poder. En Venezuela ha quedado demostrado que la única vía plausible para asumir la dirección del Estado es a través del sufragio. Por ello, analizar rigurosamente el comportamiento político-electoral del sufragante es una tarea obligatoria.
La consulta de los resultados electorales de eventos anteriores es una referencia ineludible para los actores políticos. Ella es una fuente de información estratégica, y de suma importancia. Allí se encuentran la manifestación tangible del votante, que permite hacer inferencia de cuáles pudieran ser los factores que inciden en que se vote de una forma u otra.
Es sabido por los ciudadanos de nuestro país la polarización política que existe, y que esta se expresa a través de dos bloques políticos-ideológicos: chavismo vs oposición. Ambos se volverán a encontrar el próximo 16-D en las urnas electorales para elegir a 23 Gobernadores, y 458 legisladores regionales (entre principales y suplentes) que permanecerán en sus cargos, al menos cuatro años, (salvo que sean revocados), por lo que estas elecciones determinarán en buena medida, el destino de la patria.
Realizando un análisis cuantitativo de los resultados de las elecciones presidenciales del 7-O, observamos que el chavismo parte con 18 puntos de ventaja (en el peor caso) en 12 estados: Apure, Aragua, Barinas, Cojedes, Delta Amacuro, Falcón, Guárico, Portuguesa, Sucre, Trujillo, Vargas; y Yaracuy. En ellos existe una sólida fuerza política-partidista, que permite avizorar resultados favorables al chavismo.
En los 11 estados restantes, la correlación de fuerzas es reñida, y dependerá esencialmente de las estrategias que definan los comandos.
En estos estados el liderazgo, el carisma y la gestión (en el caso de los que buscan la reelección) de los candidatos jugará un rol estelar. Dependerán de ellos y de los comandos los 2 ó 5 puntos de diferencia que posiblemente haya entre el primero y el segundo lugar el 16-D.
Asimismo, es necesario considerar el desgaste de la imagen de los candidatos, en el ejercicio de gobernar, porque las insatisfacciones del pueblo-votante, se expresarán, sin duda, en esas elecciones regionales-locales.
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