Subversivos y humanistas de la ciencia: Premio nobel y SUNDECOP

Si no sabes sobre algún tema, es mejor que no hables. Con esta premisa miles de personas son silenciadas por eruditos, académicos y charlatanes, cuando se cuestionan ideas preestablecidas.

La cosa cambia cuando un académico, digamos insurrecto, opina y adversa las ideas instauradas, y las enfrenta con sapiencia y argumentos sólidos. En tal caso no se dice que es ignorante, sino que es revoltoso y anacrónista de los paradigmas y conceptos.

Cada vez más, aparecen cuantiosos de estos “subversivos de la ciencia” y lo más preocupante (para el establishment) es que son reconocidos dentro de ese mundo de omnisciencia de la academia: Noam Chomsky, Ha-Joon Chang, Joseph Stiglitz, Manuel Briceño Guerrero, José Saramago y Luis Brito García, por ejemplo.

A propósito de los planes de la Sundecop (Superintendencia Nacional de Costos y Precios) de fijar “Precios Justos” a los medicamentos, vale la pena leer la entrevista a Richard J. Roberts, Premio Nobel de Medicina en 1993 publicada por el diario Vanguardia (de España). Allí, el renombrado investigador da pistas sobre cómo actúa la industria farmacéutica y el negocio en que convierten la salud de millones de pacientes.

Roberts explica que la investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas, asegura. La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital.

Ante el maniqueísmo de la rentabilidad-eficiencia, el premio nobel dice que si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos. He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad.

Denuncia que las farmacéuticas, a menudo, no están interesadas en curarle tanto como en sacarle dinero. “Es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos mucho más rentables que los que curan.

Roberts no habla de socialismo, sin embargo, propone investigación conjunta: con dinero público y desde un punto de vista humanista.

Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año (FECHA DE LA ENTREVISTA) pasado a un millón de personas, reclama el científico.

Las enfermedades” tercermundistas” apenas se investigan porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. En nuestro Primer Mundo la medicina que cura del todo no es rentable, ironiza.

Los medicamentos no pueden ser tratados como una simple mercancía sino como un bien social elemental. En Venezuela, la Sundecop (Superintendencia Nacional de Costos y Precios) es el ente que encara este reto para beneficiar a los pacientes-consumidores, combatiendo las distorsiones en los eslabones de la cadena productiva. Una labor técnica pero con increíbles implicaciones sociales.

Alguna vez un profesor amigo me dijo: para que una sociedad sea justa, todos debemos poner mucho y al menos perder un poco.

Por eso, hago un llamado a todos los miembros del sector medicamentos y salud, en general, a incorporarse a la discusión, avanzar en el registro y trabajar en conjunto con Sundecop, para beneficiar a nuestros pacientes. No es posible perder el objetivo que les mueve, la salud y la vida.

kosovo_sto@hotmail.com

(*) Lcdo.

Comunicador Social

Consultas:

http://www.vanguardia.com.mx/farmaceuticaspaganmillonesdedolaresadoctoresparaquepromuevansusmedicinasylasquecurannosonrentables-1186575.html (publicado el 4 de enero de 2012)


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