Socialismo moderado o radical

Hay que estudiar esta doble situación a la que nos enfrentamos para determinar si queremos un Estado soberano o subordinado para la estrategia política que no solo le compete al ejecutivo sino al pueblo como participes del autodeterminación que nos permita alcanzar una dimensión socialista de carácter revolucionario.

Si la consigna para estos próximos 6 años es la autodeterminación moderada será circunstancialmente compatible con los intereses socialistas pero si lo que se busca es, la radicalización del proceso revolucionario esta exige la colaboración de todos, de cada uno de nosotros en la liberación de todos los demás; eso demostrara a la clase popular que su enemigo connacional es la burguesía capitalista y el imperialismo.

El gobierno es un factor importantísimo para llevar a cabo un proceso radical o moderado. Aparece más en los asuntos políticos y económicos, los culturales hasta cierto punto son relegados a las circunstancias del ministerio, así, es absurdo concebir la libertad y la autonomía ignorando la inmensa legislación que se debe ejecutar para que el pueblo logre la plana libertad participando con las reservas culturales que nos permiten ser Latinoamericanos.

Ninguna decisión económica es puramente económica ni autónoma, causa un efecto profundo la ausencia de libertad plena porque cualquier proceso revolucionario que no considere como valor supremo la libertad cultural y que no vea la relación entre esta y la libertad industrial, la soberanía alimentaria, la autonomía económica como género de vida está fomentando un proceso engañoso, hasta degenerado.

Debemos cambiar la ambigüedad que siempre ha prevalecido en la transformación radical de un proceso revolucionario pacifico con las relaciones de producción y los salarios que son una especie de pacto de esclavitud con el fin de garantizar la cohesión de la comunidad, una justificación para la indefección del pueblo.

Vivimos con formas capitalistas de organización considerando el carácter puramente comercial del empresario desde el momento de la aportación de capitales para los negocios, y si consideramos el aspecto objetivo y tradicionalista de los negocios, de la gente, desde la forma de llevar la contabilidad, el espíritu del capital anima a los comerciantes, a los empresarios y al pueblo a seguir con esa forma neoliberal de vida porque es la que conocen.

La ganancia tradicional, la forma tradicional de trabajo, el clientelismo tradicional y el medio tradicional de hacerse con ella, la publicidad tradicional, los impuestos que son una tradición, las transacciones tradicionales dominan la práctica de los negocios, y se puede afirmar con seguridad, que la tradición del empresario y del comerciante no es solo ganar dinero sino enriquecerse.

En el mercado de servicios, los seguros para vehículos, salud, vivienda, muerte y negocios más el servicio bancario son estructuras capitalistas que no podrían así como están las cosas ser dirigidas de otra manera; son ejercicios en la forma de empresa capitalista que se sostienen porque el espíritu que anima a la sociedad es tradicionalmente neoliberal, esa su dirección, la de un estricto tradicionalismo capitalista.

La adaptación de los productos a las necesidades consumistas, celulares, vehículos, línea blanca para el hogar, decoración, construcción; el consumismo procura hacerse de nueva clientela acomodada al gusto del precio, motiva el gran consumo innecesario la mayoría de las veces, repitiéndose el resultado fatal para el proceso de cambio que no asciende se estanca y desciende, eso dicen los números de las últimas elecciones legislativa y presidencial.

Todo este consumismo es un beneplácito para las rentas, está adaptado al “mejor estilo de vida de la población”, y los nuevos comerciantes y empresarios ya no solo quieren ganar dinero sino lucrar para hacerse ricos, lo más interesante es, que no es el dinero nuevo el que provoca la multiplicación del comercio sino el espíritu capitalista que impulsa la expansión del neoliberalismo.

Este espíritu capitalista no se introduce de modo pacífico como el proceso revolucionario, todo lo contrario, es violento porque surge la desconfianza, el egoísmo, la envidia, la especulación, la competitividad, así, la indignación moral envuelve los días de los comerciantes, empresarios y del pueblo, quienes con sus prejuicios arrastran a todos al naufragio ético y moral del proceso.

En este contexto el nuevo hombre y mujer es capitalista, nobles ejemplares vulgares afinados de ricachones, ostentosos ignorantes del lujo inútil y del goce torpe de su poder económico, les repugna aceptar los signos sociales por incómodos, españoles, italianos, portugueses, chinos, árabes, detestan el socialismo, odian las empresas de producción social y la modestia, es una peste por el pensamiento irracional de cumplir a raja tabla con el capitalismo.

La revolución para una gran mayoría de esta camada de extranjeros y muchísimos locales, el proceso les parece despreciable, tienen una sola idea, morir y bajar a la tumba siendo ricos pero sin llevarse el dinero por ese instinto perverso de la cultura capitalista.

Modificar a la burguesía y sus monopolios implica la necesidad de alterar la legislación, la administración pública, el partido, el buro y el control de determinados procesos particulares de la vida social para influir en la cultura material de la población en las relaciones jurídicas con los servicios municipales y estatales para una mejor visión de las industrias agrícolas, mineras petroleras, en el transporte, vivienda, distracción, para que, culturalmente la población se vean involucrados con la democracia socialista.

Con ello fomentar en el país los autogobiernos del pueblo, históricamente ofrecidos, para técnicamente unificar a la masa para la exigencia de la autodeterminación como nación contra el capitalismo; sobre todo cuando hay la necesidad, según los últimos porcentajes del 7 de octubre, de desarrollar la ideología en el trabajo social con el objetivo de que los productores y consumidor final determinen el perfeccionamiento de las condiciones de vida de la sociedad en el marco de la lucha socialista por el poder popular en Venezuela.

La estrategia revolucionaria exige el fortalecimiento objetivo para auto determinarse como proletarios dentro de la lucha de clases en el capitalismo. Lucha real contra la burguesía articula todo un conjunto de vías de enfrentamiento contra el neoliberalismo que frena la transición al socialismo por los marcos vigentes de la institucionalidad burguesa que refuncionaliza la reproducción de la vida económica-política de la oligarquía.


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Raúl Crespo


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