Tres horas antes del veredicto de las urnas

Voté a las 12 del mediodía; desde el momento de arribar a la cola de la tercera edad, hasta el momento de salir a la calle luego de sufragar, no pasaron 12 minutos. Sin embargo, la cola normal se extendía alrededor de la cerca perimetral de la escuela Monseñor Francisco Antonio Granadillo, sita en el sector 18 de Octubre de Maracaibo; dicho perímetro tiene una longitud aproximada de 320 metros, por lo que en la cola debían estar en espera unas 2.000 personas, más las que estaban adentro esperando sus turnos, quizás unas 100 personas más. A las 12 debían haber votado, desde el inicio de la jornada, unas 1.500 personas, por lo que estimo una votación de un 85 a 90% en ese centro electoral. Una tranquila calma rodeaba el ambiente, ninguna tensión, eso sí, una muestra de civismo ejemplar, respetando las instrucciones emanadas desde el árbitro electoral.

En esta ocasión, como en ninguna de muchas otras –unas 38- en que he participado en comicios electorales -voto desde 1958-, había observado tanta atención hacia los votantes de la tercera edad, en un despliegue sin igual de los integrantes del Plan República y los funcionarios y testigos de las mesas electorales. Los “viejitos” eran acompañados hasta las mesas de verificación por los soldados, sin premuras, sin presiones, y atendidos con prolijidad. Todo rápido, fácil y de manera ágil y precisa, algunos con acompañantes debido a su longevidad y pesadez en su desplazamiento.

Una vez  fuera del recinto escolar donde ejercí mi deber y derecho al voto, me desplacé hacia otro lugar del mismo sector 18 de Octubre, pasando al lado de otro instituto educativo, la escuela Coquivacoa, donde la afluencia de votantes no tenía nada que envidiarle al sitio de donde procedía. Estoy seguro que, al término de la jornada, y cuando terminen de computarse los resultados, la abstención será menor que en los comicios más recientes.

Por voluntad propia, no he prestado atención a la TV durante la jornada de hoy. Lo haré a partir de las ocho de la noche. Confío en que los resultados favorecerán al Candidato de la Patria, el Comandante Presidente Chávez, porque la madurez que han mostrado a lo largo de la campaña electoral los venezolanos que aúpan su candidatura, evidencia que las obras de gobierno no han llovido sobre mojado. La inmensa mayoría de los ahora incluidos, aquéllos que durante toda nuestra vida republicana formaban parte de los grandes sectores “marginales” de la población venezolana, sin acceso a los servicios públicos, a la seguridad social, a la educación pública, se sienten protegidos por el gobierno del Presidente Chávez, que, sin ser, a mi modo de ver, eminentemente revolucionario, ha logrado darle un giro a la inmensa mayoría de las instituciones democráticas venezolanas.

 

La carta de presentación del Presidente Candidato lo constituyen, sin duda alguna, la veintena de misiones sociales, culturales y económicas puestas al servicio de los más necesitados: Misión Robinson (desde julio 2003, dividida en dos misiones a su vez), Misión Ribas (desde noviembre 2003), Misión Sucre (desde 2003), Misión Barrio Adentro (dividida en cuatro fases a su vez), Gran Vivienda Venezuela, Amor Mayor, Misión Guaicaipuro (desde 12 octubre 2003), Misión Hábitat, Misión Identidad, Misión Cultura, Misión Mercal, Misión Miranda, Misión Piar, Misión Vuelta al Campo, Misión Vuelvan Caras, Misión Milagro, Misión Sonrisa, Misión Ciencia (ejecutada a partir del año 2006), Misión Negra Hipólita (Creada en el año 2006 como programa social gubernamental que atiende, entre otros, a menores y adultos que viven en las calles o están privados de libertad), Misión Caricuao. Cada Misión cumple una función específica.

Y es que Chávez, para decirlo con palabras del sociólogo estadounidense James Petras, reclama, además, un aumento de la titularidad pública de los medios de producción y de consumo, un incremento del gasto social en programas asistenciales, una mayor participación popular en las instituciones locales, una política exterior independiente basada en una mayor integración latinoamericana, un aumento de la fiscalidad progresiva, la defensa de la sanidad pública y programas educativos gratuitos y la propiedad pública de la producción petrolera.

En la otra acera, Capriles representa a los partidos y a la élite que apoyan la privatización de las empresas públicas, se oponen a la sanidad y a los programas educativos y de prestaciones sociales puestos en marcha por el actual gobierno y defienden las políticas neoliberales favorables a ampliar el papel del capital privado, extranjero y local, y su control de la economía. Aunque Capriles afirma ser partidario de lo que él denomina "el modelo brasileño" de "mercados libres y bienestar social", sus seguidores políticos y sociales son y han sido fuertes defensores de los tratados de libre comercio con EE.UU., la restricción del gasto social y una fiscalidad regresiva.

Las cartas están echadas. Esperemos pacientemente los resultados. En todo caso, confío en que el candidato de los grandes medios de comunicación de masas y el gran empresariado, serán  los derrotados.

*Miembro de número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia.

cepo39@gmail.com

 

Maracaibo, 7 de octubre 2012.

6:35 p.m.



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César Prieto Oberto

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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