Venezuela es una república, no una nunciatura

Es importante recordarle a algunos “compatriotas” que, desde lo tiempos de la Independencia, en Venezuela se ha luchado por separar la República de la iglesia, particularmente de la Católica, privilegiada en nuestro país, a pesar de haber sido una aliada incondicional del poder colonialista español.

Aún cuando en algún momento el Estado asumió la religión católica, apostólica y romana como la única y exclusiva de los habitantes de Venezuela, importantes protagonistas de nuestra historia, de distintas escuelas de pensamiento y tendencias políticas, lucharon por limitar el poder de esta institución y defendieron el carácter laico del Estado Venezolano.

Particularmente, el oligarca liberal Antonio Guzmán Blanco, hijo de la Revolución Francesa y de la Revolución Federal, fortaleció la soberanía del Estado y limitó oficialmente la ingerencia de la iglesia en la vida política y civil de los venezolanos. Entre otras cosas, decretó la laicidad y gratuidad de la educación, suprimió los seminarios y conventos, eliminó el diezmo, estableció el registro civil e instituyó el matrimonio civil, medida que explica porque nuestro país fue uno de los primeros en legalizar el divorcio en América Latina.

Pero los curas no han sido nada fáciles de dominar. Aún hoy, en día satanizan personajes y se apoya en el pecado, la culpa y el miedo al infierno para enfrentar asuntos políticos y civiles que contradicen sus principios o no resultan convenientes a sus intereses. Está bien, a nadie le gusta perder el poder y cada cual se defiende como puede.

Lo que es increíble es que miembros de la Asamblea Nacional esgriman argumentos religiosos ante la idea de despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo, que no ha sido ni siquiera propuesta de manera general, sino en circunstancias delimitadas.

Señores y señoras, no olviden que Venezuela es una República laica y que por lo tanto las decisiones legislativas que afectan el colectivo no tienen nada que ver con sus creencias religiosas personales. Cómo es posible que en pleno proceso revolucionario todavía se cuestionen los derechos de la mujer a tomar sus propias decisiones y se mantengan en vigencia exabruptos judiciales como el doble castigo para la mujer adultera ...

En qué mundo viven? Qué entienden por Revolución? Será que toman textualmente lo de “humanos” a la hora de los derechos y por ello excluyen a las humanas? En España, país de militantes católicos, no de católicos pasivos como Venezuela, acaban de aprobar el matrimonio entre homosexuales, mientras que aquí se sigue dando y dando vueltas en torno a temas fundamentales que parecen interesar sólo a las mujeres.

Ojo. La revolución bonita y el socialismo del siglo XXI no se podrán materializar mientras subsista la discriminación del 50 % de la población.


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Mariadela Villanueva

Analista y comunicadora. Socialista y chavista. Firme creyente del poder popular

 mariadelav@gmail.com      @mariadvillanuev

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