“Lo difícil de entender, para quien no viva la experiencia de la revolución, es esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa,
donde ambos se interrelacionan y, a su vez, la masa, como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes”
Ernesto Che Guevara
Buscaba las palabras exactas para explicar este fenómeno que es Chávez y su pueblo...El Che con su profundidad nos ayuda a valorar en su
justa medida la expresión de un liderazgo crecido en las luchas.
Cuando el pueblo se encuentra con Chávez aparece el espejo de su vida: El pueblo es Chávez y Chávez es el pueblo.
La gente grita, llora, lo llama, lo tutea, lo protege con su cuerpo y con sus rezos.
Chávez responde con un auténtico carácter venezolano.
El presidente comandante, electo por su pueblo, vibra de amor y de alegría: entre él y sus seguidores se crea una energía que no da
paso al odio. Es amor, admiración, pasión y esperanza en un haz de corazones.
Chávez y el pueblo juntos son la alegría como alegre es el pueblo hasta en las condiciones más difíciles: cantan y bailan juntos, se
echan bromas y se aplauden mutuamente, se ríen con la complicidad de los que saben que van a estar unidos siempre y van triunfar en
todas las batallas.
Chávez y el pueblo se entregan al cariño sin límites ni medidas. Todos le quieren abrazar y besar, quieren tocarlo, saber que es real, de
carne y hueso, sentir esa energía que imana de su cuerpo y se multiplica en las almas enardecidas.
Chávez es la sinceridad con rostro de pueblo. Todos saben-hasta sus enemigos- que es honesto en sus palabras y sus acciones, que juró
entregarse en cuerpo y alma a la causa de su Patria y lo ha hecho con una dedicación en que nadie se explica cuál es el tiempo que dedica
a su vida personal.
Chávez es la expresión de la autenticidad del venezolano con la sonrisa de la victoria. Actúa como es él, todos saben que no hay una
gota de populismo en sus maneras. Es el llanero alegre hasta en los momentos más tensos. Suelta una broma o una risotada o una risita
cómplice de niño juguetón y hasta los adversarios ríen, porque saben que en este hombre está la identidad de este pueblo. De pronto
localiza o recuerda a un amigo y lo llama y le grita compadre o comadre como el vecino de barrio. Ve a un niño o a una anciana le
cubre de besos con un amor que sólo un estadista manchado del barro de los humildes puede sentir con verdadera credibilidad.
Chávez es el palpitar genuino de la gente.
Unida a esa capacidad de amar y ser amado está la del más genuino maestro de Pueblo.
Chávez representa también al tribuno apasionado que no pierde la lógica de su clase. Como buen maestro aprende de sus discípulos: busca
en la pueblo las enseñanzas y explora todas la vías de comunicación que le permitan retroalimentarse. En sus discursos, a veces, da la
impresión que anda por sendas explicativas o subordinadas muy largas y que perderá el hilo. Pero no: todos los argumentos siguen la línea de
la esencia, buscando las más disímiles formas de llegar a todos los que lo escuchan. A veces en un día está en varios lugares con fines
diferentes. A veces un Aló Presidente se extiende horas...pero el guión de su exposición lleva una claridad insólita, convirtiendo
los asuntos más complejos de dominio de los humildes. Sus múltiples lecturas, su amor por la literatura, por la poesía, por la música y su
memoria especial para recitar largos textos lo convierten en un líder a imitar por sus seguidores. Unida a esa lógica de exposición está la
agilidad mental para captar al auditorio y sus necesidades, para responder a los adversarios incultos sumisos al imperio. El uso de las
frases populares de todas las zonas de la geografía venezolana, su risa contagiosa y su alegría optimista, lejos de alejarlo de la
esencia, la hacen más comprensibles.
Chávez es pasión. Una pasión que desfiló por los Andes con Bolívar en la gran campaña solidaria de la América, que explotó en las guerrillas
rurales y urbanas, en las protestas estudiantiles, en los dignos movimiento de izquierda, que se anidó en los sueños de la gente, y después explotó en el Caracazo, y renació el 4 de febrero y el 13 de abril en un huracán humano incontenible ya para siempre. En este
hombre se hierve esa pasión como un volcán en el que se concentran las esperanzas del pueblo y las insatisfacciones de su propia obra.
Chávez resume la esperanza de su pueblo y de América. Contra él y su pueblo se concitan las más brutales campañas mediáticas e intento de
asesinato fraguados a sangre fría desde los Estados Unidos de América.
Es el odiado y calumniado desde El Norte. Tanta preocupación es porque él representa el futuro. El proyecto social socialista que se erige en
Venezuela, tiene la singularidad de lo inédito. En un país con tantas riquezas naturales, cuando estas se repartan entre los humildes de
la manera que este pueblo decida, no habrá pobres en Venezuela, todos podrán vivir en confort y los sueños de una vida digna y humana se
convertirán en realidad. Las esperanzas de hoy serán las realidades de mañana, con la participación, el trabajo creador de todos y la
propiedad de los trabajadores de esta tierra y no de las transnacionales que se robaron las riquezas con la complicidad de los
aristócratas.
Chávez es la expresión de esa esperanza.
El pueblo lo sabe, y su amor y su lucha junto a su comandante presidente estarán sellados por siempre, con la fidelidad que él se
merece. Tiene también detractores; pero como decía José Martí en su memorable artículo Tres Héroes: “Los hombres no puede ser más perfectos que el
sol. El sol tiene manchas. El sol quema con la misma luz que calienta. Los desagradecidos hablan de las manchas. Los agradecidos hablan de la
luz.”
Por esa luz y mucho más, el domingo bien temprano un mar de pueblo saldrá temprano hacia las urnas para votar por el futuro, para darle
al comandante la alegría de una victoria inolvidable, con un pueblo maduro y fiel a la altura de su tiempo histórico.
Su pueblo y todas las personas honestas de este mundo sabemos que tendrá larga vida porque como él nos ha enseñado: NECESARIO ES VIVIR.
amarilisbatista2008@gmail.com
Doctora