Yo no poblaré El Cielo, así que me veré obligatoriamente allá en el horno con Monseñor Lückert; a menos que mi destino sea la IV o la VI Paila del Infierno tendré que pasar a la eternidad codo a codo con Monseñor Lückert que, sin lugar a dudas, irá a la V Paila.
¡Qué vaina, estoy salado, no pego una contimás dos!
Confieso que esa bicha -la V Paila- no me gusta porque tengo entendido que es la más calurosa de las siete pailas del infierno; pero, toda la maldad que uno hace en este mundo, tiene que pagarla tarde o temprano, en el otro donde va la zurraspa de lo peorcito, el infierno, y ahí va a estar la Conferencia Episcopal Venezolana en pleno, inclusive Monseñor “Zamuro Negro”, excepto tal vez uno de ellos, MM -(Monseñor Motolito)- porque no es tan lenguaraz, razón por la cual él debería ir a la IV o a la VI, premio de consolación por eso del suplicio del insoportable calor eterno.
Bueno, al grano:
El deslenguado y viperino alto prelado, el tal Lückert, anda hablando necedades a diestra y siniestra, que si las mujeres ganan el pan con el sudor de la entrepierna y él, de ganar Capriles, decretará una “misión piernas cerradas”; que si el evento de Amuay es esto y que si aquello.
Tosco y despiadado, a Monseñor Lückert se le dibuja en su carnavalesca cara la expresión de sus bajas pasiones y su lengua grosera asemeja la erupción de un volcán que se aquieta -luego de vomitar candela, piedra derretida, lava y etc, -cuando declara sapos y culebras contra el gobierno que el pueblo venezolano ha elegido en buena lid, para su liberación definitiva de las garras del imperialismo norteamericano.
Se me da que Marta Colomina no existe sino que se trata del mismo Lückert que se disfraza de periodista o acaso en contrario.
