La permanente busqueda

En artículo anterior hemos señalado las consecuencias que se derivaron de no haber llevado a cabo en 1958 las reformas petrolera y agraria, pese a que el Partido Comunista denunciaba que las conspiraciones contra el proceso democrático provenían del imperialismo y los latifundistas. Las grandes movilizaciones de masas que se hicieron entonces se llevaron a cabo contra los intentos de golpe de estado y los golpistas resultaron derrotados. Es más: el 7 de septiembre, el gobierno y los partidos AD, COPEY y URD habían decidido entregar el poder porque los conspiradores dominaban la inmensa mayoría de los cuarteles.

La presencia de Gustavo Machado impidió la rendición aduciendo que las masas en la calle eran la mejor garantía de resistencia. En definitiva, los golpistas fueron totalmente abatidos por la acción de las masas populares en las principales ciudades. Hay que recordar que aquellos días la clase obrera se encontraba sólidamente unida en el Comité  Sindical Unificado.

Señalábamos también que la Revolución Bolivariana tiene la peculiaridad que ha sido iniciada y sigue jugando papel determinante en su sostenimiento la Fuerza Armada. Esto quiere decir, que en el enfrentamiento al imperialismo yanky y en la realización de las Misiones Sociales la Fuerza Armada ha asumido la teoría de las clases oprimidas, en primer lugar la clase obrera. El socialismo, lo hemos reiterado muchas veces en esta columna, es el proyecto específico de la clase obrera y para avanzar en su cometido es absolutamente necesaria la unidad y organización de esta clase.

Para ser el diagnóstico de este fenómeno debemos tomar en cuenta dos hechos fundamentales: 1) El antecedente directo de nuestra Fuerza Armada es el Ejército Libertador, “el pueblo en armas” como lo definía el Libertador; y 2) La composición social de la Fuerza Armada proviene de la clase obrera, el campesinado y las capas medias, su oficialidad inclusive.

No olvidemos en ningún momento que la Guerra de Independencia se decidió  a favor de los patriotas cuando Bolívar supo ganar para la causa a los indígenas, negros esclavos y pardos. La I y la II República fueron derrotadas por Monteverde y Boves precisamente al frente de los sectores oprimidos en la sociedad colonial. El curso de la guerra cambia cuando Bolívar decreta la liberación de los esclavos. El reparto de las tierras de los realistas y la reforma agraria en el Perú son dos elementos que demuestran el carácter social que Bolívar supo imprimirle a la confrontación bélica.

No olvidemos tampoco que la guerra civil de mayor envergadura que hemos padecido fue la Guerra Federal, la cual tuvo como fondo social la lucha por la tierra e incorporó a las grandes masas irredentas de campesinos. Mientras vivió Zamora sus intereses estaban garantizados, pero su muerte condujo a la prolongación del conflicto y la final traición del Tratado de Coche.

Nuestra historia demuestra que el pueblo venezolano arrastra terribles frustraciones desde nuestra Independencia. Bolívar fue traicionado en vida y el asesinato de Zamora significó la derrota de los ideales que el encarnó y expresados en su gloriosa consigna: ¡Tierra y hombres libres!.

Las transformaciones revolucionarias que Bolívar llevó a cabo se basaban en el apoyo del Ejército Libertador, o mejor dicho, el Ejército Libertador era la fuerza con que contaba Bolívar para llevar a cabo el cambio social que se proponía. Por esa razón Santander y sus seguidores liberales centraban sus ataques contra ese ejército y fueron ellos quienes inventaron la división entre “civilistas” y “militaristas”. En nombre de un civilismo hipócrita se proponían aislar el instrumento principal del cambio y al mismo tiempo llevar a cabo la traición contra las clases sociales que habían hecho posible la Independencia y la Libertad.

La experiencia nos enseña dramáticamente que no es posible avanzar sin el protagonismo activo de las clases oprimidas y en nuestra época, sin lugar a dudas, es la clase obrera la fuerza social que garantiza la continuidad y profundización del proceso revolucionario. Para mantener firme la teoría del cambio es necesaria la unidad y organización de la clase obrera. Fuerza Armada y clase obrera son las fuerzas decisivas del cambio que el pueblo venezolano está llevando a cabo. La historia nos lo está diciendo de manera muy clara y los ideales de nuestros libertadores serían grandiosamente realizados.

robertohernandezw@gmail.com 



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Roberto Hernández Wohnsiedler

Abogado y Sociólogo. Fue diputado, vicepresidente de la Asamblea Nacional, Ministro del Poder Popular del Trabajo y Seguridad Social y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Es autor del libro La Clase Obrera y la Revolución Bolivariana.

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