Pero, ¿cuáles son las consecuencias de
esto para Venezuela? El Mercosur es un acuerdo que pretende crear un mercado
común en América del Sur, es decir, que haya libre circulación de bien,
servicios y personas entre los Estados miembros, y que además se cree un
arancel externo común, entre otras metas macroeconómica y microeconómicas. En
otras palabras, los países socios plenos buscan estar unidos hacia afuera y
abiertos hacia adentro.
La libre circulación de bienes, servicios
y personas persigue que los productos manufacturados en Uruguay puedan ser
vendidos en Venezuela sin que tengan que pagar ningún impuesto adicional, es
decir, que se venda ese queso uruguayo en una panadería como si fuera queso
guayanés. Y si un ingeniero venezolano quiere trabajar en Brasil, no debería
necesitar ningún visado especial para ello. Solo con presentar la cédula de
identidad podría ser contratado sin problemas. Este es el motivo por el cual
los países firman esta clase de tratados. Es lo que llaman integración
económica.
Ahora bien, ¿esto le conviene realmente a
Venezuela en este momento histórico?, ¿es cierto lo que dijo Chávez, en el
sentido de que el ingreso de Venezuela al Mercosur era una derrota para los
Estados Unidos de América del Norte?
Durante
los años cincuenta a los años setenta
del siglo pasado, las economías latinoamericanas en general, creían que
alcanzarían mayores niveles de desarrollo económico en
un marco proteccionista, es decir, estableciendo impuestos bajos a la
importación de insumos, maquinarias y materias primas, mientras que se
establecían altos aranceles a las importaciones de productos finales,
para que
el consumidor local prefiriera en los estantes del supermercado el
producto nacional. Pero en los ochenta el
Consenso de Washington impuso la idea de que los países latinoamericanos
debían integrarse al mercado mundia, abrir sus economías para dejar
entrar sin mayores trabas los
productos importados. En teoría, el consumidor “escogería” entre varias
opciones, la más barata o la de mejor calidad, mientras que los
productores se
esforzarían en enamorar a dichos consumidores mejorando la calidad y/o
bajando
los precios. En este contexto los Estados Unidos de América del Norte
impulsaron el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).
El
resultado de todo esto fue la “década
perdida” de los ochenta y continuada en los noventa. Miles de pequeñas y
medianas empresas manufactureras y empresas agroindustriales quebraron o
fueron
absorbidas ante la imposibilidad de competir con las grandes
multinacionales.
Aumentó el desempleo, la pobreza, la precariedad laboral, la desigualdad
y la dependencia económica, condenando a los países
productores de materias primas a seguir en la misma línea. Total, es lo
único
en que pueden “competir” u “ofrecer” en el orden económico mundial
injusto. En este contexto se aprobó, por ejemplo, la reforma laboral de
Caldera, buscando abaratar el despido y flexibilizar el marcado laboral,
así ser más "competitivos" frente a los productos extranjeros.
Los Estados Unidos de América del Norte no
pudieron crear el ALCA, pero igualmente lo están construyendo a baja intensidad
mediante los TLC con Centroamérica, Chile, Colombia, Perú, y algún día se sentarán
con Mercosur. Con o sin ALCA, ellos quieren que sigamos siendo el mercado de sus productos y
que les sigamos vendiendo de manera segura y barata nuestras materias primas,
como en la colonia. Cualquiera que haya leído bien “Las Venas Abiertas de
América Latina” lo podrá entender. Y a
ese proyecto imperial Venezuela ha venido siendo funcional (importando
más que
nunca y vendiendo petróleo crudo más que nunca), y esto no cambiará con
la entrada al Mercosur. (Aparte de que Mercosur tiene un tratado de
libre comercio
con Israel, país con el no tenemos ni queremos tener relaciones,
supongo).
Por otro lado, uno de los argumentos para
oponerse al ALCA era que, siguiendo la lógica capitalista de libre mercado, la
competencia entre los productores de Estados Unidos de América del Norte y los
de la América del Sur iba a ser desigual. Ese mismo argumento es extrapolable
al Mercosur. Brasil y Argentina tienen una capacidad industrial y agrícola muy
superior a la venezolana. Lula se quejaba en su día de que el problema de
Venezuela es que no podía ofrecer nada, salvo petróleo, y por eso las empresas
constructoras brasileñas son tan activas en los proyectos de infraestructura
venezolanos, para ver si eventualmente se empezaban a producir cosas distintas
en Venezuela que pudieran ser compradas por los brasileños.
Yo hubiera preferido que en estos últimos
13 años se hubiera configurado una red de pequeñas y medianas empresas manufactureras
(en su mayoría de propiedad social) a lo largo de toda Venezuela, protegida de
los productos importados con aranceles al 50%, para luego ir a aventurarse a
competir con productos argentinos o brasileños en nuestro país y en esos países. Me parece que no estamos
preparados y que con la competencia extranjera se hará muy cuesta arriba
conformar una economía productiva en la que en Venezuela se consuma lo que se produzca,
y se produzca lo que se consuma. Si Venezuela no es capaz de construir una
economía productiva, no podrá llegar a ser nunca el “país-potencia” que aparece
en el programa de gobierno del GPP. Ojalá me equivoque.
rsilvamedina@yahoo.com.ve