Breve análisis desde la ciencia política

Sobre los indecisos y las elecciones del 7-O

Ya lo dijo el candidato de la MUD: sólo con los votos de la oposición no se le gana a Chávez. Y si Henrique Capriles le echaba tierra a su propia tumba, Marquina terminó de ponerle la losa de mármol: el 7-O el pueblo va a salir a votar masivamente por Hugo Chávez Frías. Las esperanzas de la oposición de vencer al presidente pasan, entonces, por captar el voto de los chavistas light, los chavistas renegados o decepcionados, y el de los indecisos, conocidos en nuestro país como ni-ni gracias a los artificios de un periodismo tan efectista y efectivo que ha permeado incluso a la ciencia política (lo cual habla muy mal de la ciencia política venezolana, por cierto).

El caso es que, según los expertos electorales de la MUD, Chávez es derrotable si se consigue convencer a ese trozo del electorado venezolano, cuyo porcentaje oscila según algunas encuestas entre el 18% (GIS XXI) y el 25% (Datanálisis). Pero como dijera Cantinflas, “ahí está el detalle”. Acostumbrados a montar modelos desde la comodidad de sus oficinas y con los manuales de campañas electorales de los años 70 como libros de cabecera, los expertos en marketing y campañas electorales de la oposición creen que el candidato es un producto y que sólo basta venderlo bien. Venden un candidato como quien vende un champú o una pasta de dientes. Estos primeros meses de campaña electoral oficiosa (que no oficial) así lo muestran: andan en busca de los issues de campaña (agua, inseguridad, corrupción), tratan de fijar la agenda (en lo cual se benefician de las obligadas ausencias del presidente para tratarse su enfermedad), maquillan al candidato (qué debe decir y qué no, cómo debe vestirse, etcétera). En fin, lo típico de una campaña electoral gringa y según los manuales gringos. Sólo que no estamos en Miami ni Massachusetts ni Carolina del Sur.

En Venezuela las cosas han cambiado mucho desde hace algunos años, aunque los dirigentes y analistas de la MUD todavía no hayan podido entenderlo (peor para ellos). Por eso tropiezan siempre con la misma piedra. Y cuando pierden las elecciones, como ha sido norma en los últimos 13 años, lo único que hacen es salir a gritar que les hicieron fraude. Lo que pasa es que no saben cómo lograr el voto de los venezolanos. Como los números nunca les salen, el problema no es de ellos sino de la gente que es bruta o del gobierno que hace trampa. Este año van por el mismo camino. Vamos a explicarles un poco cómo es el tema de los indecisos para ver si se pueden ahorrar unos cuantos dolores de cabeza, y así de paso nos los ahorran a nosotros también.

Para empezar, es mentira que los indecisos sean una especie de votantes sofisticados y muy interesados en la política, que esperan contar con toda la información –lo más precisa posible- para tomar la decisión más racional. Tampoco es cierta la (supuesta) debilidad de las predisposiciones políticas de estos electores. La realidad, la terca realidad, es que los indecisos suelen ser personas con muy bajo interés en la política, que casi nunca suelen hablar de política con sus familiares o amigos, que no siguen la campaña electoral a través de los medios de comunicación, y en general participan muy poco o nada en actos de campaña electoral. Es decir, los indecisos se exponen muy poco a la campaña electoral, sea del signo que sea.

Por otra parte, los indecisos tampoco suelen ser extraterrestres. Con esto queremos decir que los indecisos viven la misma realidad sociopolítica que aquellos electores que al ser consultados expresan una voluntad de acudir a votar por alguna de las opciones (llamémosles ya-decididos, para ahorrarnos unas palabritas). Como subconjunto, las medias de los indecisos con respecto a la valoración de los partidos políticos, líderes, candidatos, situación económica (personal y del país) y ubicación ideológica (de ellos mismos y de los partidos), suelen ser similares a las del subconjunto de los ya-decididos. Hay diferencias, por supuestos, pero muy poco significativas desde el punto de vista estadístico. Para evitar especulaciones habría que estudiar cada caso concreto: por ejemplo, el caso de las elecciones de este año.

Dentro del subconjunto de los indecisos también hay que diferenciar entre aquellos que están indecisos entre ir a votar o no, y los que –habiendo decidido ir a votar- se hallan indecisos entre las opciones que se les presentan. Los primeros suelen tener un poco claras sus preferencias políticas, pero no están seguros de darle su voto al candidato o partido con el cual simpatizan o han simpatizado en el pasado. De lo que sí suelen estar seguros es de no darle su voto a otra opción, de allí que muchos de ellos terminen optando por la abstención (caso de los tres millones de abstencionistas chavistas de 2007).

Los segundos –los que dudan entre un candidato u otro- parecieran no tener muy claras sus preferencias y de allí su indecisión. Por lo general, son un grupo bastante reducido, que cree en la democracia y valora positivamente la participación. Desde el inicio de la campaña electoral saben que van a votar, aunque esperan que la campaña les ofrezca los elementos necesarios para tomar su decisión. Los analistas suelen tomar este pequeño grupo por el conjunto de los indecisos…

Por supuesto que en ambos casos la campaña electoral es importante, porque permite activar las predisposiciones políticas de estos electores. En ciencia política, específicamente en los estudios de comportamiento electoral, se habla de predisposiciones para hacer referencia al conjunto de características de los electores que los hacen más proclives a votar por una opción antes que por otra (ideología, simpatía o militancia partidista, valoración de los candidatos y del gobierno, apoyo electoral en elecciones anteriores, etcétera) . Y es muy raro que una persona vote en contra de sus predisposiciones políticas: los estudios especializados, ya desde la década de los 40, han encontrado sistemáticamente que apenas un 3-4% de los electores lo hace. Para decirlo con un ejemplo: si alguien se autodefine como de izquierda, votó por Chávez o el Psuv en una elección anterior, tiene una buena valoración del presidente (aunque puede que no del gobierno o de algunos líderes), lo más probable es que esa persona termine votando por Chávez el 7 de octubre o decida abstenerse. Pero las probabilidades de que vote por Capriles son escasas. Lo mismo sucede con alguien que se defina de derecha y que antes haya votado por Capriles (o Rosales en 2006): lo más probable es que termine votando por Capriles u optando por la abstención, pero no apoyando al presidente Chávez.

Por otra parte y a falta de datos concretos, podemos asumir que las preferencias electorales se distribuyen de manera normal y uniforme (en términos estadísticos) en toda la población electoral. Esto quiere decir que la proporción 57% (Chávez) - 27% (Capriles) que revela el estudio de Consultores 30:11 (o 44% - 31% según Datanálisis) se “repite”, por decirlo de alguna manera, en el grupo de los indecisos. La lógica y los hallazgos de los estudios sobre comportamiento electoral hacen presumir que el grueso de los indecisos terminará votando por el presidente Chávez.

De modo que esa ilusión que quiere transmitir Luis Vicente León cuando señala que, según las encuestas de Datanálisis, “hay un 25% de la población que está indecisa, es decir 1 de cada 4 electores no sabe y está indeciso”, es pura quimera, como dice la canción. Los electores no son una especie de tábula rasa, ni siquiera los indecisos, que se pueden programar gracias a una campaña electoral. Las cosas son un poquito más complejas (y más simples a la vez). De modo que si la MUD, creyendo las cobas que le está metiendo Luis Vicente León, se hace la ilusión de que ese 25% del electorado es una mina de la cual el candidato opositor puede extraer diamantes, debería pasarse un instante por la idea de que sí puede ser una mina, pero una mina anti-estúpidos que les puede explotar en la cara.

*domingo.medina@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1212 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter