Somos esclavos de la propiedad intelectual ajena

He estado pensando en el concepto de la propiedad intelectual y el hecho de que en Venezuela no somos verdaderamente libres e independientes porque casi todo el control de los métodos de producción, del conocimiento y del entretenimiento, se encuentra en manos de extranjeros, quienes son los dueños de la propiedad intelectual correspondiente, y que este hecho nos tiene subyugados y controlados físicamente, mentalmente y espiritualmente por los poderes ajenos capitalistas, que ademas se ganan fortunas al vendernos los derechos del uso de esta propiedad intelectual.

La propiedad intelectual permite la crueldad y la inhumanidad.

Primero quiero decir que la propiedad intelectual es un concepto capitalista (ver abajo) y que nadie debería tener el derecho de adueñarse de cualquier tipo de información o creación o método de producción, y menos, cobrar por su uso. Ser dueño de propiedad intelectual es igual que ser dueño de agua potable para enseguida venderla por ganancia mientras que algunos se mueren de sed. Es igual que ser dueño de una finca no productiva para especular en el mercado mientras que existe gente que se muere de hambre. Por ejemplo, si alguien fabrica un producto sin el permiso del dueño de la propiedad intelectual relacionada a ese producto, la persona pude ser llevada a juicio, multada y todo producto que haya fabricado puede ser confiscado o destruido, no importa si el producto sea necesario o indispensable para el bienestar de la humanidad o si la persona lo fabrica a muy bajo costo para que todos puedan tenerle acceso. Un buen ejemplo de esto es el hecho que farmacéuticas tienen derecho sobre propiedad intelectual para medicamentos y no permiten a nadie fabricar la medicina sin recibir pago y ganancias desproporcionadas. La consecuencia es que hay millones de personas que mueren anualmente de enfermedades curables por no tener el dinero para comprar la medicina. Esto es cruel e inhumano.

La propiedad intelectual fue inventada por el capitalismo.

Hay mucha gente que no sabe porqué existe la propiedad intelectual. El concepto de la propiedad intelectual nació con la primera revolución industrial y fue inventada para enriquecer a los reyes, a sus señores y latifundistas, y a sus lacayos de las clases altas (los vagos y ladrones de siempre). Es decir, tenían que adueñarse de todo derecho al control y a los “secretos” de los medios de producción, aun cuando los métodos de producción fueron inventados principalmente por las clases trabajadoras, los esclavos, los técnicos, y los científicos esclavizados, quienes son los únicos que hacían el verdadero trabajo. Hasta hoy en día, los mas grandes dueños de propiedad intelectual son las corporaciones y las élites tradicionales.

La propiedad intelectual permite el robo de la creatividad humana.

Hasta hoy en día continúa esta práctica bárbara. Es bastante común que cuando un técnico o ingeniero va a trabajar para una empresa que desarrolla y construye maquinaria (por ejemplo), la persona tiene que firmar un contrato de trabajo/confidencialidad en la cual se estipula, que cualquier innovación o invención que la persona desarrolla durante el tiempo que es empleado, se convierte automáticamente en propiedad intelectual perteneciente a la empresa y no al empleado. Pregúntenle a cualquier ingeniero.

La propiedad intelectual no beneficia al inventor común y corriente.

Hay gente que dice que el sistema de propiedad intelectual no solo beneficia a las empresas, pero que también beneficia al inventor común y corriente, pero esa gente no sabe lo que dice. En la gran mayoría de los casos, esta idea es completamente falsa. Primeramente, cuesta bastante dinero hacer una deposición para una patente. Segundo, es muy difícil redactar el texto de una deposición. Tercero, si la patente es concedida al inventor común y corriente, no hay ninguna manera de impedir que las grandes empresas le roben la idea, aunque sea ilegal. Si la idea es robada, como ocurre todos los días, le toca al mismo inventor llevar a juicio a los ladrones, y eso cuesta una fortuna porque esos ladrones tienen mucho dinero y muchos abogados que aseguraran que el pobre inventor, que no tiene la plata para pagar abogados expertos en la materia, muera aun mas pobre antes de poder lograr que la empresa ladrona sea condenada y mientras que la empresa acumula ganancias gigantescas con esa invención robada. Lean sobre Thomas Edison, fundador de la compañía General Electric, un supuesto héroe norteamericano, y como le robo las invenciones a Nicola Tesla y a otros inventores que no tenían los recursos para protegerse adecuadamente.

La propiedad intelectual permite “hace desaparecer” ideas que puedan beneficiar a la humanidad.

Para que la persona común y corriente pueda de verdad “disfrutar” de una patente, tendría que rebajarse al nivel de la malicia del capitalismo salvaje, es decir, tendría que pensar y actuar con maldad y egoísmo. Por ejemplo, si a un inventor común y corriente se le concede una patente para un producto que beneficie a la humanidad, pero esta invención entra en conflicto con los intereses y las ganancias de las grandes empresas petroleras, esas empresas van a asegurarse de comprar, con el uso de chantaje, la patente del inventor para enseguida “hacerla desaparecer” con el fin de que esa invención no salga al mercado. Si el inventor les vende la patente, significa que el inventor se ha rebajado al nivel de la maldad del capitalismo. Si el inventor no les vende la patente porque tiene la intención de ayudar a la humanidad, las empresas petroleras se aseguraran de asesinar al inventor y hacer desaparecer cualquier huella de esa tecnología. Esto es solo un ejemplo de la malicia que existe detrás del sistema de propiedad intelectual, y que ocurre regularmente, particularmente en los sectores energéticos, militaristas y farmacéuticos. Lean sobre la rueda eléctrica, Hydro Quebec y Pierre Couture, o sobre el origen del automóvil eléctrico. También lean sobre los recientes asesinatos de cuatro científicos iraní.

La propiedad intelectual permite el robo espiritual.

Hay gente que argumenta de manera contundente que la propiedad intelectual sobre la música, los escritos (libros, por ejemplo) o las marcas de comercio, las películas y las creaciones artísticas, etc., es algo válido y lógico, pero yo digo que es igual o parecido en muchos de los casos, a las patentes . Si grabo un disco de una canción escrita por alguien mas, y que está protegida, por ejemplo, por un copyright registrado en el SAPI, el dueño de esta canción puede llevarme a juicio. Es decir, el dueño de la canción puede impedir de que la canción sea producida y difundida para el disfruto del pueblo. Por ejemplo, las grandes empresas de producción de música no permiten que su música sea divulgada por Youtube porque no pueden cobrarle plata a los usuarios. Esto es lo mismo que robarle a alguien el derecho de disfrutar del calor del sol o del aroma de una bonita flor o de cualquier otra cosa que beneficie al alma.

Ser verdaderamente libres e independientes.

Ahora, el problema que tenemos como seres humanos es que estamos profundamente hundidos en el concepto podrido de la propiedad, un concepto que nos ha sido inculcado desde que las primeras ideas capitalistas fueron desarrollándose con el nacimiento de la “civilización.” Si nos liberamos mentalmente del concepto de la propiedad en su forma generalizada, nos daremos cuenta, entre otra cosas, que es a causa de la propiedad intelectual que existen países “desarrollados” y países “subdesarrollados.”

Los países “desarrollados” son los dueños de la propiedad intelectual que es utilizada (y pagada) por los países“subdesarrollados.”

Solo seremos verdaderamente libres e independientes cuando decidamos de no basar nuestra sociedad en la propiedad intelectual ajena y cuando desarrollaremos nuestros propios métodos de producción, nuestro propio conocimiento y nuestras propias creaciones para el entretenimiento, y que toda esta “propiedad intelectual” endógena sea accesible a toda la población venezolana sin prejuicio y sin exclusión, es decir, que el acceso no dependa de cuanto dinero uno tenga para comprar los derechos al uso de esta “propiedad intelectual.”

Somos esclavos de la propiedad intelectual ajena.

oscarheck111@yahoo.com


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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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