Travestismo político

El travestismo es un trastorno psicosexual en el que el sujeto experimenta una satisfacción erótica por vestirse con ropas del sexo opuesto y mi sincero respeto a ellos, ya que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos; hago esta semejanza puesto que en política los principios desaparecen y las ideologías son simples formulismos para seducir incautos donde los candidatos recurren a copiarse de gestos, posturas, carisma y hasta el robo del vocabulario político para confundir o captar voluntades; tal es el caso de los imitadores de Chávez, que buscan un discurso con olor socialista para conseguir encolumnar a jóvenes o precoces admiradores e ingenuos en política.

Emular la espontaneidad y originalidad de Chávez con simulaciones del don que tiene el presidente  de llegar a la gente; creo que estas actitudes camaleónicas son el signo de una mala estrategia. Los contrincantes a Chávez muestran la inconsciencia y falta de tacto político; donde un ciudadano común medianamente ilustrado condena este tipo de acciones y cuando este político quiere hacer creer que ahora su actitud es diferente solo se engaña a sí mismo y eso es de lo que su propia militancia ya está cansada. Hago un alerta a los votantes opositores; ya que es el momento de reflexionar y saber que ninguno de ellos es confiable, porque lo único que ha sido irrefutable y verdadero, han sido los beneficios que hemos obtenido en estos 12 años de Revolución Bolivariana.

Es triste ver como los candidatos de derecha manipulan utilizando un travestismo político con un vacío conceptual que se expresa en mutaciones discursivas y que permite concluir que a estos dirigentes no se les puede creer nada porque son políticos camaleónicos que fácilmente se desprenden de sus ataduras ideológicas.

Cuando no se es capaz de unir y al contrario se avasalla con la arrogancia que los caracteriza; y sabiéndose que no tienen una formación ideológica para defenderla con convicción, firmeza y fiereza si fuera necesario; me pregunto hasta dónde llegará la degradación política opositora que ha perdido todos sus principios. Solo saben dar los más variados saltos, piruetas y malabarismos en sus campañas, no se sabe bien qué es y donde se está parado. Se percibe el engaño en las palabras de quien habla que quisiera cambiar o ser diferente.

No tienen una formación ideológica propia con arraigo y claridad en sus convicciones; de allí que emulan la originalidad de nuestro presidente Chávez y no hay razón para confundir con acrobacias electoreras y tácticas políticas degastadas, ¡ya basta! de palabras huecas y discursos emotivos pero a la vez vacios que no convencen a una sociedad cansada y harta de una clase política opositora sin compromiso, arrogante y soberbia. Pocos son los casos de políticos de derecha que en el cambio han demostrado estatura moral  y claridad de pensamiento y hayan crecido aún más.

Con el paso del tiempo, necesariamente cambian los problemas y se modifican los desafíos, pero cualquier evolución por lógica que resulte, nunca debe ser una excusa para abandonar las creencias, mudar de convicciones en menos de lo que canta un gallo. El pueblo venezolano requiere más que un discurso o una promesa vana, una realidad sustentada en el actuar diario y a eso se le llama congruencia; es en ella donde se deben basar las acciones y la actitud de una persona que pretende ganarse el respeto, reconocimiento y confianza de la sociedad como lo ha hecho Chávez.

La oposición política venezolana se ha convertido en un juego de acusaciones cruzadas, en que el único eslógan y programa electoral  se reduce al “vamos a ganar”; olvidándose en qué debería consistir la política: vocación de servicio, intereses públicos, bien común. Estos objetivos deberían mantenerse como cimiento de todas las actuaciones en un candidato y dejar de expresar diatriba, calumnia, infamia, injuria, difamación o cualquier cosa que denigre a la Revolución  Bolivariana.

Aprendan de Chávez que persigue consolidar los valores espirituales y morales, elevar el nivel cultural, educacional, científico y técnico; asegurar el bienestar social y afianzar nuestra tradición espiritual inspirada en los ideales de libertad y dignidad de la persona humana para restablecer una auténtica democracia en la que impere el orden dentro de la ley, la justicia y el interés del bien común, todo ello para reencauzar al país por el camino de su grandeza.
adolfoparra62@yahoo.com
Profesor. Magister.



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Adolfo A. Parra A.*


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