El caso Stephen Glass y nuestro periodismo

“La publicidad induce al individuo a comprar objetos que no necesita, con dinero que no posee, para mostrarlo a gente a quien no conoce”.

En Agosto del 2003, a través del canal “Mundo”, en un programa llamado “Actualidad” reportaron el caso de un periodista estadounidense de nombre: STEPHEN GLASSS, quien fue contratado, recién egresado de las aulas universitarias, por una prestigiosa revista de dicho país.

El primer trabajo que le fue asignado, lo trató de realizar con el mayor esmero posible y al finalizarlo, pensó que estaría perfecto, si tuviese una cita de un autor famoso. A falta de ella, su fértil imaginación lo llevó a crearla en su computadora y al verla publicada en la revista le pareció mucho más atractiva. Recibió por ello un cúmulo de felicitaciones.

Debido a ello, en adelante, comenzó a aderezar todos sus artículos con dosis cada vez mayores de componentes de su propia invención. Creaba situaciones, personajes, instituciones, conflictos, problemas tramas y luego las presentaba a los lectores de la revista como hechos reales. El editor de la revista declaró luego: “que él llegó a sospechar que existía algo extraño en ese filón inagotable de artículos tan interesantes y bien documentados, con fuentes tan amplias que el periodista tenía en suerte encontrar”.

Constantemente presentaba para apoyar sus artículos: una vasta investigación, con multitud de notas manuscritas de sus informantes, diagramas, esquemas, fax recibidos, correos electrónicos, memoranda, oficios, copias de actas de reuniones secretas, cintas grabadas y un sinnúmero de documentos que servían de base para sus escritos.

Lo que nadie pudo suponer fue lo que él confesó en una entrevista hecha posteriormente: “Mí técnica consistía en iniciar el reportaje con una verdad, continuar con medias verdades, seguir con una mentira y concluir con una farsa. Las dos primeras partes convencían a los lectores de que las dos últimas, por extrapolación, eran también verdaderas”.

Luego de un artículo escrito sobre una supuesta convención secreta de Hackers en computación, realizada en Bethesda, Maryland, Estados Unidos de América; una personas que tenía sospechas previas de la dudosa autenticidad de los artículos de Glass, lo presionó para que le informara sobre mayores detalles de la referida reunión y estos no pudieron ser confirmados. Cuando le pidió que lo llevara al sitio donde se había producido la reunión, Glass se atrevió a llevarlo, aunque con muchas dudas. Al verse en el lugar, se dio cuenta que había cometido un gran error y se desenmascaró ante el hombre que había dudado de él, pues el edificio escogido no era apropiado para efectuar ningún tipo de convención.

Luego de esto, perdió todo lo conseguido hasta el momento, pues estaba acostumbrado a vender sus artículos no sólo a la revista que originalmente lo cobijó y le permitió con su prestigio ampliar el círculo de compradores a otras revistas y diarios de los Estados Unidos, permitiéndole ingresos anuales superiores a los cien mil dólares. Llevaba un tren de vida ostentoso, de acuerdo con sus ingresos.

A partir de ese momento mantuvo bajo perfil, estudió leyes y se graduó de abogado. Luego de cuatro años publicó un libro con gran sabor a AUTOBIOGRAFÍA, donde narra la vida de un periodista de la ciudad de Washington, quien ejerce su profesión en base a mentiras.

Todo ello viene a colación debido a la forma de ejercer el periodismo en nuestro país, en medios de comunicación audiovisuales, radiofónicos y escritos, donde se utilizan ampliamente las mismas técnicas patentadas por STEPHEN GLASS: Una verdad, una media verdad, muchas mentiras y en especial una monumental dosis de farsas y patrañas es lo que ha venido imperando en nuestro periodismo.

Esto por supuesto no es absoluto y existen periodistas quienes practican su tarea con la ética y el profesionalismo, que debería privar en todos los ámbitos. Pero lamentablemente al igual que lo hizo STEPHEN GLASS es cada vez mayor el número de periodistas y sobre todo dueños de medios de comunicación social que se han dado cuenta que a los consumidores de esta pseudo – información los atrae más estos cockteles al estilo GLASS, a ser utilizados en artículos, reportajes y entrevistas, luego de ser aderezados con medias verdades, mentiras y sobre todo farsas y patrañas, con el fin de preparar esa receta idiotizante, con su inmensa carga de morbosidad. Debemos recordar que preferimos oír lo que nos agrada que escuchar la verdad cuando esta no nos gusta.

Es preciso para la salud mental del venezolano, que los periodistas, pues los dueños de los medios de comunicación no lo van a hacer, apliquen los principios éticos de su profesión y no se presten a manipular la información para hacerla más atractiva al público o a sus patrones, porque el mayor capital que posee el periodista es su credibilidad y al perder esta no le valdrán sus años de estudio y el lamer el suelo donde sus dueños han pisado, puesto que ellos son prescindibles, como todo asalariado lo es para quien los contrata. Acuérdense lo que ha sucedido con todos aquellos que le han servido a los oposicionistas (Gente del petróleo, Militares de Plaza Altamira, Golpistas de Abril del 2002, etc).


Ciudad Bolívar, 13 de Noviembre del 2011


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