El “bienandro” debe nacer de la conciencia de todo un pueblo

Presidente: !Cámbiele las pistolitas, el jibareo y el robo a los malandros por el lugar que la revolución ofrece!!!

Si algo ha costado en todos estos años de revolución es la revolución dentro del barrio en donde perdura la cultura del rebusque, de la droga, del robo y la mentalidad de que el pobre, por pobre, debe ser un delincuente. La represión no es la puerta que abrirá la nueva visión social de la sociedad que estamos construyendo. Si lo será si esta invitación de nuestro comandante presidente se construye en política pública.

Quienes damos la lucha por ayudar a quienes siguen siendo víctimas de la adicción a las drogas, que ya hemos logrado que nuestro comandante presidente firmara el Sistema Nacional de tratamiento de las Adicciones y que a diario estamos empujando este hermoso sistema que no es fácil hacer nacer, quienes dentro de esta lucha venimos de ese oscuro mundo de la esclavitud al consumo, al mercado capitalista de la venta de sustancias en nuestras barriadas, sabemos, tenemos bien claro, que hasta no cambiar la cultura del barrio del malandraje, desgraciadamente protegido por el mismo pueblo, que a cuenta de ser pobre cree que debe seguir protegiendo a aquellos que se siguen resolviendo vendiendo drogas legales o ilegales, no lograremos una patria victoriosa que sea ejemplar por haber controlado este mercado infernal que produce la violencia social que hoy se usa para atacarnos porque es de donde nace la violencia que cada fin de semana enluta a nuestras familias.

Escuché a nuestro comandante esta propuesta y no puedo menos que esperar que la lleve más adentro de la revolución. Una oportunidad, un llamado, una propuesta para que quienes viven en la cultura del delito tengan una opción de cambio, es a mi criterio, un gran paso en el camino a una patria libre del mercado de las drogas y del alcohol. Quienes alguna vez estuvimos en los barrios a cualquier hora comprando droga, sabemos de memoria como se vende y se usa como rebusque trabajar para el narcotráfico. Mujeres, abuelas, niños son quienes la expenden a toda hora. La riqueza fácil y la esclavitud que a su vez hace que la persona adicta del consumo salga a delinquir para conseguir dinero para su dosis son la geografía cotidiana de este tormento social heredado. El barrio asume que ser delincuente es de pobres, por tanto encubre y sigue la creencia de que luchar contra el microtráfico y el consumo es condición de sapos y que se castigará con la muerte.

Presidente, si me llega a leer, quiero que sepa quien soy, yo vengo de ese mundo y de ese infierno. Lucho por ayudar a que mi revolución tenga esta victoria necesaria, a diario ayudo en mi puesto de lucha a madres, hermanas, esposas, hijas e hijos de personas que se destruyen por la droga. En siete años desde que egresé del Convenio Cuba Venezuela en la patología de adicción, he dedicado mi vida a esto. No quiero ser rico ni famoso, quiero ser útil: fueron mis palabras al regresar de Cuba. Testigos son mi Coronela Eugenia Sader y el general Reverol quienes escucharon a nuestro colectivo Fundación Hombrenuevo (ya inscrita en el Gran Polo Patriótico), que pedía crear un modelo socialista de atención a la esclavitud de las drogas, de esa lucha hoy existe la nueva Ley Orgánica de Drogas que usted aprobó en Noviembre del año pasado y el Sistema Público Nacional de Atención y Tratamiento de las Adicciones. Sistema que usted aun debe explicar a la patria, pues creo que se quedó traspapelado entre los días de su enfermedad ya superada.

Sepa igualmente que nosotros, quienes conocemos y sufrimos el dolor de esta esclavitud, creemos que ésta oferta de cambiarle las pistolitas a los malandros para que sean bienandros, es una excelente idea para una política que genere un programa de inclusión social a todas esta personas de nuestros pueblo que trabajan sin conciencia para el narcotráfico. Piénselo solo un poco más y con valentía repita esta propuesta, que le demos la posibilidad de entrar a formar parte de esta hermosa revolución, como se hizo con nosotros, que dejen las pistolas y las drogas y que asuman la socio producción tan necesaria es para nuestra revolución, eso si, con la claridad meridiana que luego de esta misión de incluirlos el que se quede afuera y siga vendiendo o robando, asuma las consecuencias y el rigor de la ley.

En Venezuela son muchas las familias que sufren por la esclavitud a las drogas de uno de sus miembros, seguro pasa igual con las familias que saben que uno de sus miembros sale todos los día empistolado.y por tanto, serán muchos quienes sepan entenderlo y apoyarlo si usted asume esta misión tan importante como la misión vivienda, se trata de la vida de nuestro pueblo.

Viviremos y venceremos comandante!!!

brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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