Admirado profesor Sant Roz

Leyendo su artículo, me vinieron tantos recuerdos de la Caracas en la que yo viví.

Usted nombra la  Roosevelt, cuantas veces la recorrí para ir a la farmacia que llevaba su mismo nombre, o a la plaza Tiuna, a la frutería que quedaba en la esquinita, también estaba en la avenida, la tintorería, carnicería.

Yo vivía en la callecita paralela a la  Roosevelt,  llamada El Paseo, cruzaba en el Cada de los Ilustres , pasaba la calle Bermúdez y a media cuadra quedaban las casas la Tanita y la Menita, donde yo vivi durante 15 años, me iba a pie a la UCV, a la facultad de Odontología. En la Tanita había una residencia de muchachos la mayoría eran del Guárico y en la esquina después de la Menita, en la calle las Américas, quedaba una bodega, también había un colegio de monjas. Un dia ya anocheciendo fui a la bodega a comprar algo y como ya estaban cerrando me estaban atendiendo por una rejita, donde yo tenía que agacharme y en eso siento, que pasa alguien y me arranca de mi mano el monedero, me fui tras el hombre, paso por mi casa, dando gritos para que salgan a agarrar al tipo, porque lo llevaba a menos de un metro, salió un primo y me alcanza en la Bermúdez y me dice….Tranquilízate, vámonos a la casa y yo le decía pero chico agárralo vale que lleva mi monedero con mi cedula, pero nada, lo dejó irse, me provocó matarlo, digo al primo por dejarlo escapar

En la noche jugábamos el escondido en todas esas manzanas, atrás de mi casa vivía José Ignacio Cabrujas y escuchábamos a su esposa cantar algo como opera, No me lo va creer, pero nunca supe quienes eran los que vivían allí, después fue que supe que la que cantaba era Isabel Palacio, todavía no me perdono no haber sabido que clase de vecino me gastaba, cuanto no hubiese hablado con él, cuando yo no me perdía sus libros, y no me perdía su columna en el Nacional, que después salió el libro con todos sus artículos del Nacional, después entendí porque en sus artículos el nombraba tanto a Los Rosales, a la  Roosevelt,  y en general a toda esa zona, el colegio Los Rosales, el Urbaneja Achepol, de verdad que cada vez que me vienen estos recuerdos de esa Caracas, donde fui feliz,. Repito el dicho recuerdos tristes de un pasado alegre…

 En esa casa llegamos a vivir todos los hermanos y mis padres decían que ellos se mudarían de Cagua cosa que nunca hicieron, se turnaban, los Domingo nos íbamos con mi mamá, ella se venía a Cagua los martes  se iba mi papá y se venía los miércoles y el viernes cuando no podíamos ir a Cagua por tener exámenes ellos se pasaban el fin de semana  con nosotros. allí cada quien tenía su grupo, una de mis hermanas estudiaba farmacia y prácticamente vivían en la casa todas sus amigas que estudiaban con ella, otra estudiaba Economía y también su grupo de estudio se quedaban en la casa estudiando y yo tenia mi grupo de odontología que en épocas de exámenes parecía una residencia de todas nuestras compañeras de estudio. Los hermanos varones no se quedaron mucho, se devolvieron a Cagua para seguir sus estudios.

Recuerdo que la primera que llegara de la UCV le tocaba cocinar y a las que no tenían que ocuparse de la limpieza.

Al principio ninguna quería irse a Caracas, todas teníamos nuestros novios en Cagua y mi mamá siempre nuestra amiga, nos llevaba los Lunes, ni de broma nos íbamos los Domingos, salíamos de madrugada y pasábamos  por las casas de los novios y mi mamá tocaba la corneta avisándoles que estábamos saliendo. En esa época esa zona era súper tranquila, si no jugábamos el escondido, los muchachos de la residencia tocaban guitarra y cantábamos, teníamos un grupo acopladito, cantábamos las canciones del quinteto contrapunto, Jesús Sevillano. Cuando alguien de la cuadra cumplía años, hacíamos la fiesta en la calle. Luego nos fuimos casando y mudando cada quien a su apartamento y se vendió la casa, por supuesto que ya después no veníamos a Cagua todos los fines de semana y si, nos queríamos ir los Domingos al mediodía a mas tardar.

Nosotros éramos 8 hermanos y llego un tiempo en que se quedaron solos mis padres en Cagua y hasta que no fui madre, nunca pensaba lo que podía sufrir mi mamá por haberse quedado sola, ahora, que también tengo a mis hijos lejos, mucho más lejos que de Caracas a Cagua, es que uno valoriza lo que se siente o lo que sintieron mis padres cuando una de mis hermanas se fue a estudiar a la Sorbona, uno les decía, pero ni que se hubiese muerto o pasado algo malo, y no es egoísmo y no es que uno no desee lo mejor para ellos, pero de que pega…pega. Hay que aprender a vivir sin ellos, yo decía que mis nietos los tendría a control remoto, lo que no sabía es que también mis hijos los tendría a control remoto. Por mucho que estén pendientes de mi, en todo, nunca es igual…Pero eso es la vida, los hijos no son nuestros y hay que dejarlos volar así se vaya con ellos parte de nuestra alma.

Bueno mi querido profesor, ya vio todo los recuerdos que trajo a mi mente, leer su artículo.

No faltaran quien me escriba para decirme….Y a mí que me imporrrrrrrrta, pero hice catarsis, gracias a Usted.

Dios lo Bendiga

darellaosio.blogspot.com


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Darella Osío (*)


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