Tierruos, pobres y bolivarianos ¡ Uníos !

Hace algún tiempo que me viene molestando la capacidad humana para generar nuevas servidumbres con las cuales destruir el movimiento humano hacia la igualdad. Así, los manumisos de hoy devienen en esclavizadores mañana. Por ejemplo, hasta bien entrado el siglo pasado la sabiduría del acomodo propició que en las familias “decentes” algún miembro de ellas fuese sacerdote, militar o abogado, ya fuera en términos de abundancia –con los tres en cada familia- o en términos mínimos, -al menos uno de los tres- sin lo cual cualquier familia estaba inerme y con posibilidad de caer en desgracia..

Bien saben las familias venidas de la Europa de la posguerra cómo, cuando el hambre campeaba por sus fueros el pase para acercarse a una mesa era tener un pariente cura, o como el acceso a libretas de racionamiento estaba unido a la existencia de algún pariente militar, pues bien, cuando Juan Liscano escribió “El fin de la Historia” y no pocos intelectuales se devanaban los sesos investigando lo que vendría después de “muertas” las ideologías, la inclinación humana al poder y sus beneficios colocó al hombre del tercer milenio ante una nueva revolución necesaria, nuevas jornadas de liberación ante nuevos señoríos y derechos forales.

¿Que no existe la menor igualdad entre los hombres?... Eso es de Perogrullo. Sólo que casi lo habíamos aceptado como atributo natural del dinero. Pero es que el señorío actual es infinitamente más grosero y repugnante que cualquier otro en la historia. Los señores feudales eran guerreros poderosos, los sacerdotes representan nada menos que influencias para acceder el reino de los cielos, así que, se atragantaba el asunto en el gaznate, se bebía arena, pero… pasaba, más hoy ¿de donde nos ha salido esta elite inculta, arrogante y vulgar para permitirse el lujo de ofender -como y cada vez que les de la gana-, calumniar, mentir y difamar sin que puedan ser tocados ni con el pétalo de una rosa, porque ellos son nada menos que: la libertad de expresión; la sociedad civil; la democracia y la gente.?

Resulta, pobre de mí, que si a mí me ofenden, apalean, calumnian, atracan o matan, a pesar de cualquier logro universitario o humano en mi vida, acaso exista estupor y dolor en mi familia y… poco más. Que el pobre deba enfrentar cada noche la subida al cerro entre malandros para llegar al miserable rancho y en algún caso no llegar porque lo matan en un atraco, eso no le importa a nadie; que la nación deba destinar recursos importantes para proteger esta feria de la conspiración, mientras se nos mueren niños de hambre, eso no importa a nadie. ¡Hipócritas! Que se ponga en evidencia el comercio mafioso en el máximo tribunal de la república, no importa a nadie (ojo, nadie son los grandes medios), el escándalo es para ellos, por ejemplo:

ü Que el Presidente calificara, en su oportunidad, la cagada puesta por estos mafiosos, como una “plasta”, fue una agresión al poder judicial ¡Claro!, a ellos no les molestó la cagada sino que Chávez la calificara de tal. ¡hipócritas!

ü Que una cinta de audio pusiera en evidencia la compra de jueces del máximo tribunal de la República por mercaderes del poder, no fue importante, lo importante era averiguar quien gravó sin autorización. ¡Hipócritas!

El problema es que ya llevamos al menos 5 años con este escaparate al hombro. El problema es que cada día que pasa éste bacalao huele más feo y no hay forma de que nos concedan, así sea un día de parada. ¿Qué derecho asiste a unos mentecatos con reales para comprar medios y periodistas palangreros, para que puedan sumir a la inerme sociedad venezolana en una auténtica guerra de nervios? Las faltas de respeto y el uso de mecanismos psicológicos para quebrar la paz en Venezuela son groseramente evidentes. Ahora se está politizando hasta la muerte del Papa. La siguiente vez que oigan una noticia “importante” en Globovisión verán que le ponen de fondo una marcha estresante, muy parecida a la de la película Tiburón, que ellos lograron asociar a los acontecimientos previos al genocidio del 11 de Abril. Todavía recordamos con estupor la convocatoria a la “Batalla Final”, una marcha que llegaría hasta Fuerte Tiuna, debidamente sazonada con la música de Carmina Burana. El problema es que con Ley Resorte o sin ella, siguen conspirando, siguen manipulando, siguen desinformando y siguen enfermando a un sector de la población. Ahora la han tomado con una nueva edición de la Operación Peter Pan, aplicada a Cuba en 1961. Incansablemente dan pábulo a cuanto patán –sin acepción de género- se asome a los estudios de televisión para denunciar el plan del régimen castro-comunista de Chávez, destinado a “cubanizar”, lavar el cerebro de los niños y quitarles la patria potestad.

Pregunto: ¿Hasta cuando Rosa?, ¿Cómo es posible qué, porque un pobre hombre se atrevió a decir que un periodista “presumiblemente consumía droga” se llevara a los foros internacionales, interviniera la SIP, se le hicieran actos de desagravio, si este personaje rebuzna todos los días vulgaridades y groserías contra el Presidente, ministros y representantes del “oficialismo”., llamándolos ladrones, terroristas y asesinos? Si esto es así y no hay más remedio pues aquí lanzo mi manifiesto, que comienza así: ¡Tierruos, pobres y bolivarianos! ¡Uníos!. El resto del manifiesto lo escribirá, como siempre, el pueblo.

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Martín Guédez


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