Somos o no somos

Uno de los aspectos más relevantes de la Revolución Bolivariana, en tránsito al Socialismo que se viene desarrollando en la República Bolivariana de Venezuela, es la originalidad en su concepción, actores y factores de cambio y la particularidad circunstancias que, a diferencia del frustrado experimento de Socialismo en Libertad y Democracia, del compañero presidente Salvador Allende en Chile, ha logrado sortear las más diversas acechanzas desestabilizadoras y golpista emanadas del imperialismo y sus secuaces internos, así como sus propios errores, para mantenerse durante doce años en la dirección democrática del proceso político nacional. Y eso es un patrimonio del cual las bolivarianas y los bolivarianos deben sentirse rgullosos y es reconocido por los pueblos y gobiernos del planeta Tierra.

Nadie a dicho ni podrá decir, que una revolución “cuando es verdadera”, como lo decía el Che Guevara, no esta llena de problemas en su visión, unidad, eficiencia, moralidad y consecuencia de sus cuadros; antes por el contrario, tratándose de una revolución antiimperialistas y anticapitalista, tiene el doble reto de atender, en esta fase inicial, los grandes desequilibrios impuestos por la burguesía en la distribución de la riqueza socialmente producida y, promover y situar a las clases trabajadores y demás sectores sociales y oprimidos como actores fundamentales de un proceso que, además de desalojar del Poder a la burguesía nacional, pretende, paralelamente, abrir espacios regionales y mundiales, que soporten la viabilidad de este proyecto revolucionario y favorezcan el cambio civilizatorio de la Humanidad, de la sociedad de los Propietarios a la sociedad de los Trabajadores: el Socialismo.

Para ello, se ha asumido con valentía y determinación, avanzar este proceso a partir de las instituciones democrático-burguesas que hicieron posible el triunfo electoral de 1.998, avanzando en una compleja transición que no decreta los cambios sino que lo construye con la participación democrática y protagónica del pueblo y los legitima, en la voluntad mayoritaria del pueblo expresada en las elecciones y en los espacios de construcción del Poder Popular, y que termina avizorando su trayectoria histórica en los pequeños y grandes debates democráticos que, en el seno del Estado y las sociedad se dan y se promueven, recogiendo la pluralidad de corrientes ideológicas y políticas que deben pugnar por que sus opiniones sean consideradas e incluso, lleguen a ser dominantes y rectoras en la conducción del proceso revolucionario.

Hay, sin embargos, algunas definiciones que se consideran básicas cuya práctica fortalecen las bases del proceso de cambios revolucionario, tanto en las estructuras institucionales del Estado en Transición, como el amplio tejido de una Sociedad, como la venezolana, sometida durante 12 años a un proceso de confrontación transversalizada, que cuestiona todo el orden político, jurídico y social anterior y que recibe como oferta, una construcción democrática del nuevo orden que, aún con el nombre de Socialismo, todavía carece de importantes definiciones, quizás no tan necesarias en esta etapa de la revolución.

En esos términos, debe efectivamente reconocerse que este Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia tiene importantes implicaciones el respeto a las reglas de la pluralidad política y la diversidad social y étnica de la Nación y, de manera especial, la aceptación de la existencia de un orden jurídico y unas instituciones políticas en la cual convergen, en dialéctica relación, lo viejo y lo nuevo, y que tal disparidad no separa meridianamente los dos cuerpos sociales en confrontación sino que, las ideas y las prácticas sociales divergentes, están inmersas en cada bloque, especialmente en el campo de la revolución, sin que conscientemente así se reconozca.

De la misma manera, estos doce años de difícil batallar por asumir plenamente el control del viejo Estado y construir los cimientos del Estado de la Transición al Socialismo y junto con ello, ganar “las mentes y los corazones” del pueblo, ha debido convencer a propios y extraños que es posible avanzar en la construcción revolucionaria sin la conciliación política con el imperialismo y sus aliados internos, pero resulta imposible – y la experiencia histórica dramáticamente lo viene demostrando – hacer avanzar la revolución en contra de la “otra parte” de la sociedad, que reclama su legitimo derecho el seguir defendiendo sus proyectos de vida, de Sociedad y su concepción de Estado, como parte de una comunidad realmente democrática, que tiene un orden jurídico e institucional que, de la misma manera que garantiza los derechos políticos de todos, defenderá con firmeza y determinación al Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia frente a cualquier persona o grupo o gobierno, de todo acto dirigido a desestabilizarlo o derrocarlo.

Más allá de los epítetos y calificativos que en la confrontación política ambas parte utilizan, la contradicción antagónica e irreconciliable en la revolución bolivariana, democrática, pacífica, antimperialista, en tránsito al Socialismo que hoy se vive en Venezuela, no debería ubicarse en las posiciones políticas de sus contradictores sociales – por cuanto ello es un componente natural del proceso – sino en la estrategia desestabilizadora y guerrerista que el imperialismo norteamericanos, sus aliados internos y sus socios de la OTAN y el sionismo internacional vienen desarrollando en su empeño por frenar a la revolución, e incluso, derrotarla, con cualquier medio posible, incluso, por las elecciones; por lo que la tarea es afirmar los mecanismo de inclusión social y política de toda sociedad democrática, hacer más efectiva la vigilancia social y la represión institucional en contra la corrupción y el sabotaje, mejorar la eficiencia y la eficacia del aparato del Estado y los embriones del Poder Popular, darle más sentido pedagógico y correctivo a las acciones erróneas de los gobiernos y liderazgos bolivarianos y, profundizar la educación ideológica y el debate político en el seno del pueblo, unificando las fuerzas democráticas y revolucionarias alrededor del liderazgo del comandante Chávez y del amplio Polo Patriótico aglutinante de las fuerzas organizadas de la revolución venezolana.


yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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