Un cáncer que salva, un pueblo que asume, una historia que se escribe con la tinta roja del pasado

Eugenia Sader: La revolución frente al espejo

La visión de la medicina en el desarrollo de la historia, se puede ilustrar, precisamente, con la visión de lo que hemos conocidos todas y todos bajo el terrorismo de la palabra cáncer. “El cáncer es una enfermedad mortal” se nos enseñó a los más viejos. Tener cáncer era tener una sentencia a muerte en algún lugar de nuestro organismo, los médicos te desahuciaban al decirte el diagnóstico, quien sufriese esta enfermedad podría tan solo dedicarse a disfrutar como pudiera y con lo que tuviera, los meses anteriores a su muerte. Un día cambió la visión, se humanizó: “el cáncer es curable si se diagnostica a tiempo, un hálito de esperanza dio la medicina preventiva. Hoy son pocos los casos de cáncer que llegan a ser terminales. En el caso de Chávez, se avanza con los corazones de toda una patria que dice: viviremos y venceremos. 

Es realmente emocionante vivir la eufórica reacción de toda Venezuela ante la adversidad, asi como la valiente, temeraria, gigante y hermosa posición con que nuestro presidente comandante asume su misma situación. Lo más cierto de todo esto no lo publican los medios del imperio: la situación de salud de nuestro comandante ha desatado una fuerza incontenible de conciencia, de participación, de pertenencia por parte de la Venezuela revolucionaria. Más allá del temor a un final infeliz, el pueblo asume que su fuerza unitiva, amorosa y combativa, logrará vencer cualquier riesgo de fracaso. El amor expresado en todas sus formas es la mejor medicina que cura milagrosamente a Chávez y la fuerza con que el pueblo asume la defensa ante la adversidad de su proceso hacia la nueva sociedad y su protagónica misión de vanguardia en el planeta están dando una lección que es digna de escribirse. 

Esta revolución se miró  ante el espejo de la muerte. Vio un reflejo que la hizo reaccionar y despertar, desde ese día Venezuela cada vez está más erguida y frontalmente decidida a no descansar y seguir venciendo. El cambio hasta en las consignas, ya no de patria socialista o muerte, sino viviremos y venceremos, muestra la madurez dialéctica por la que transitamos. 

El pueblo venezolano vivió  anoche, la unión de todas sus voluntades al ver a nuestra selección vinotinto soportar los embates clásicos de los poderes burgueses ante su arribo a punta de esfuerzo que la colocó en la competencia de cuartos  de final por la copa América. De nuevo priva que la decisión de un juez es una decisión irrevocable, lo que nos quitó una victoria que todo el mundo vio y reconoce, pero además, la patanería de l poder burgués que domina y trafica con el deporte, que hizo todas las suciedades posibles que nos quitaron la victoria, pero que ante el mundo, que vivió este espectáculo denigrante, también vio la dignidad, la pulcritud, la fuerza de amor con que nuestro equipo ganó en su derrota. Eso es revolución. 

Esta revolución se mira ante el espejo del pasado y hoy asume en manos de nuestra ministra de salud Eugenia Sader, hoy mas radiante y combativa que nunca, una respuesta bien importante a las mafias de la medicina rentista. Se dignifican los salarios del gremio médico pero con la gran visión de separar el ejercicio de la medicina, favoreciendo con mejores beneficios a los patriotas que ejerzan a tiempo completo en la salud pública. 

Esta revolución se mira en el espejo del silencio y mientras nuestro comandante se recupera en las manos de nuestros camaradas cubanos, a diario se avanza de forma abismal en el camino de la consolidación de la patria socialista, duélale a quien le duela. 

Esta revolución se ve en el espejo y se ve a si misma grande y poderosa, digna y capaz, unida, fuertemente unida en el sueño bolivariano que nuestro comandante presidente regó por toda la patria, el tricolor que retumba en nuestros corazones haciendo inmortal la decisión de triunfo. Venezuela cada día se engrandece, las fuerzas del pasado fenecen en su agonía estéril, el canto de un pueblo que grita palante, comandante, palante, escribe el reflejo de la  nueva imagen de un país que nunca voverá atrás, que dará el salto sobre el abismo y será de los primeros pueblos que marcarán la victoria ante una sociedad que  debe transformar el sistema perverso de la explotación de los ricos sobre los pobres, por la sociedad de iguales. 

La sangre vertida en los años de las dictaduras que entregaron la patria a Estados Unidos, el espíritu de los desaparecidos en la cuarta república, el dolor de los torturados, de las viudas, de los huérfanos de nuestra lucha armada, la Venezuela de furia y de victoria, ya no se detendrá más, volverás comandante y venceremos, viviremos.

brachoraul@gmail.com



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Raúl Bracho


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