Botaron a Marta

La semana pasada tuve la oportunidad de escuchar la justificación que sobre
su salida de Televen, Marta Colomina le dio a sus televidentes… todo un
poema a la disociación psicótica.

Marta es incapaz de aceptar que el hecho de que ella misma tuviese que
redactar las preguntas que supuestos televidentes le hacían vía telefónica;
no sólo es una práctica periodística aberrante y un fraude al público, sino
la más clara demostración de la poca audiencia que tenía su programa. Ella sabe que no puede afirmar, al menos frente a las cámaras, que el
gobierno obligó a que la sacaran del aire. Esa mentira comprometería a los
dueños del canal y estos no están dispuestos a respaldarla en una afirmación
tan descabellada. Por ello recurre a la tesis de que la ley RESORTE obliga a
los canales a hacer ajustes para evitar sanciones y su salida es uno de esos
ajustes.

Ante esta realidad uno se pregunta ¿y por qué no hacen esos ajustes con
programas como el del matacuras y el de granielito? ¿por qué ajustarse
precisamente con los que tienen menos raiting?

La verdad aunque resulte dolorosa, es la verdad; y en el caso de martica, la
verdad es que su audiencia no superaba el uno por ciento (1%) y para los
dueños del canal, un programa con ese nivel de aceptación no es negocio. Obviamente, Marta no aceptará nunca esta tesis. Quienes la conocemos de sus
años como profesora en la Universidad del Zulia, sabemos que para ella todo
lo que ocurre a su alrededor es la consecuencia de una conspiración en su
contra y nunca el lógico resultado de las contradicciones entre su verbo y
su acción, de su pobreza espiritual y de su incapacidad profesional para
adaptarse a nuevos tiempos.

Para ella, su gestión al frente de Venezolana de Televisión fue todo un
éxito, y si salió del canal fue a causa de una “conspiración política” de
los copeyanos en su contra. El desmantelamiento de VTV y el robo descarado
de los recursos y equipos que le fueron asignados, nunca existieron… ella no
era más que una víctima del rrrrregimen político de entonces. Las acusaciones que de farsante se le hacen en los círculos intelectuales,
por las abismales contradicciones que hay entre los que diariamente afirma y
defiende, y lo escrito en sus libros El Huesped Indeseable y La Celestina
Mecánica; son para ella la demostración más evidente, de que existe un
complot para desprestigiarla. Nunca aceptará que esas contradicciones son el
resultado de haberle puesto precio a sus convicciones y haber encontrado
quien lo pagara.

Anuncia Marta, en su despedida, que continuará en los medios… en los
impresos no tengo la menor duda. Allí hasta un aprendiz de escribidor, como
quien suscribe, tiene de vez en cuando un espacio; pero el protagonismo con
el cual contó por primera vez en su vida, tiene que aceptarlo como cosa del
pasado.

Quizás en sus propios libros encuentre la explicación de su caida. Si los
relee con detenimiento descubrirá que en la televisión privada la mujer es
importante si está “buenota”, si es un fenómeno comunicacional o si es la
amante de un ejecutivo del canal. Leyéndose a sí misma podría comprender que
la televisión es un arma poderosa y los mensajes que a través de ellas se
envían, pueden variar en su contenido y forma dependiendo del escenario en
el que se desenvuelven los receptores.

Su estilo fue útil a los intereses de los dueños de medio en un momento
determinado; pero hoy ya no tiene sentido. Si a esto le sumamos el carácter,
la imagen, el rostro y el cuerpecito de nuestro personaje, tenemos que
concluir que cual condón, ya martica cumplió su trabajo y por lo tanto la
tiraron al cesto… chao mi catalana.


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Alexis Arellano


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