Decía un experto en la ejecución
de proyectos, que estos tenían una secuencia: Entusiasmo, desilusión,
pánico, ira, búsqueda del culpable, castigo del inocente, honor y
gloria a los que no participaron. Parece un chiste pero la experiencia
en esta materia me hace pensar que en muchos proyectos esta máxima
se cumple a cabalidad.
El éxito de un proyecto se
basa en parámetros conocidos: concepción, planificación, recursos,
equipo de trabajo, normas, supervisión y control de calidad y costos.
Esto aplica en general a proyectos de cualquier naturaleza, ya sean
ejecutados por el gobierno o por particulares.
Un proyecto debe estar bien
concebido, es decir hay que tener claro que se persigue con el mismo
y cual es su alcance: por ejemplo construir 1000 casas para la clase
media de un determinado tamaño.
Debe poseer un plan: por ejemplo
el proyecto será ejecutado en tal sitio, en un periodo determinado
y con un valor por vivienda de tanto.
Debe tener recursos financieros
disponibles: Por ejemplo un préstamo bancario, o un aporte presupuestario
en caso de proyectos del gobierno, o un aporte financiero de los dueños
del proyecto.
Debe tener unos procedimientos
y normas de ejecución: Por ejemplo el proyecto será licitado
pública o privadamente, será ejecutado por contratistas nacionales
o extranjeros, los materiales que serán utilizados tendrán el siguiente
origen etc.
Debe tener un equipo de trabajo
dedicado exclusivamente a la realización, control y supervisión de
las obras: por ejemplo un gerente del proyecto, un planificador, un
contralor, un jefe de compras y un jefe de ordenación de pagos y claro
un administrador de contratos, entre otros miembros del equipo de trabajo.
Todos con experiencia reconocida en la materia. El equipo de trabajo
debe tener claro a quien reporta y quien es responsable directo del
proyecto.
La ausencia de cualquiera de
estos parámetros originara retrasos, fallas de calidad, reclamos contractuales
y por consiguiente un fracaso total o parcial del proyecto.
En el caso de proyectos emprendidos
por el gobierno, deberá tener apoyo político, es decir los recursos
presupuestarios deben estar debidamente aprobados y disponibles, al
igual que la permisologia respectiva, pero esa política debe estar
ausente en los procesos de ejecución. Es incompatible la política
con la eficiente actuación de los cuerpos técnicos. La política es
para apoyar el proyecto, pero no para intervenir en su ejecución, lleva
al fracaso del mismo.
Al contrario de lo que se cree,
licitar gana tiempo, por cuanto permite establecer los valores mas satisfactorios
del proyecto, así como los tiempos de ejecución y la calidad de las
obras. El tiempo que pueda transcurrir en el proceso de licitación,
se gana en ejecución de las obras bajo parámetros contractuales estrictos,
normas de calidad establecidas y responsabilidades de las partes claramente
determinadas. La empresa privada licita y también negocia directamente
con varios contratistas en base a un presupuesto determinado. Generalmente
sus proyectos son exitosos. En la administración pública, la licitación
modera la tentación de actos de corrupción, mediante la transparencia
de los procesos.
Las licitaciones permiten seleccionar
al mejor contratista y los mejores precios, y las normas establecidas
previamente permiten concluir el proyecto en tiempo, calidad y costos,
lo cual es la meta de toda gerencia de construcción bien establecida.
Las personas encargadas de
ejecutar los proyectos que el Presidente Chávez ordena, deberían conocer
y aplicar estas y otras normas más avanzadas, relativas a la realización
de los proyectos que emprenden, principalmente en el plan de vivienda
nacional, el éxito estaría garantizado.
cjcarpio44@hotmail.com
Puerto La Cruz 26 de abril de 2011