Lenin

 Vladimir Ilich Ulianov es un hombre de abril. Lenin, su seudónimo público, viene del rio Lena, un gran rio de la región de Siberia.

Recuerdo su fecha de nacimiento desde que estaba chamo, porque la relaciono con fechas de mis amigos Jesús Hildebrando Silva y Lisbania Dávila que cumplen años el 8 y 9 de abril, y el 10, que es el cumpleaños de Lenin, fue el día que se empataron José Guillermo Mejías y Xiola Marín; esta última con quien estudié desde primer grado de primaria hasta graduarnos de bachilleres, igual que el “Chicho Silva”.

Una manera agradable de ejercitar la memoria que me ha servido de mucho en la vida, sobretodo, para no olvidar jamás las personas que merecen ser amadas.

El “viejo Lenin”, como lo llamábamos por afecto, sólo alcanzó vivir 53 inviernos, de los cuales tres estuvo confinado en la gélida Siberia y otros tantos desterrado en Suiza y Finlandia.

Estudiante de Derecho siempre en dificultades y a duras penas abogado en ejercicio por breves pasantías, sufrió muy joven la represión del atrasado régimen zarista que dominaba su Rusia natal.

Pero si la opresión pudo cercenar su vocación profesional, no le hizo ni aruños a su genio político que muy temprano brilló entre las sombras despertando amaneceres.

Lenin escribió obras realmente inmortales. Sus enseñanzas revolucionarias suman miles de folios que han sido recogidos en colecciones de sesenta libros o selecciones escogidas de veintiún tomos.

Parte de estos magníficos textos fueron a parar a un pozo sanitario en desuso, cuando la policía política allanó nuestras casas en El Moján de 1976 buscando a Willians Frank Niehaus. Mi pobre madre trataba así de protegerme, aunque guardó secretamente el ejemplar de “La emancipación de la mujer” que le había regalado unas semanas antes de aquel inolvidable 7 de agosto.

Las obras “Qué hacer?”, “El Estado y la Revolución”, “Un paso adelante, dos pasos atrás”, y “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, son verdaderos tratados sociopolíticos de gran vigencia científica.

Precisamente, en esta obra sobre el imperialismo escrita en 1905, Lenin concluye que “el imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la Tierra entre los países capitalistas más importantes”.

Y remata con esta sentencia premonitoria: “en el aspecto político el imperialismo es, en general, una tendencia a la violencia y a la reacción”.

Cualquier parecido con la realidad actual de Irak, Afganistán o Libia, no es pura coincidencia.

Aunque la obra maestra de Lenin, su Revolución de Octubre, fue derrotada setenta años después, por los vicios internos y los enemigos de afuera, el líder bolchevique todavía tiene mucho que enseñarnos.

Reivindiquemos a Lenin, gran maestro de la Revolución Socialista.


Constituyente de 1999

Presidente de la Comisión Nacional de Refugiados caciquenigale@yahoo.es
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador. Guayaquil 5 de agosto de 1829.


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Yldefonso Finol*

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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