Entre abril y abril. La Revolución Bolivariana Avanza

De abriles

El 19 de abril de 1810, los criollos caraqueños desconocieron al gobierno español y por primera vez asumieron la dirección de los destinos de su territorio. Dicho proceso, a pesar de sostenerse gracias al apoyo en Caracas de los pardos, subordinó a los sectores populares y respondió a los intereses de las elites blancas dominantes. La Independencia no sólo se circunscribió a Caracas, ni tan solo a Venezuela, vinculó a toda la América bajo dominio español en una lucha anticolonial que movilizó a masas en pie de guerra, como nunca antes había ocurrido en estos territorios.  El año 2010 fue del bicentenario, y, además, primero de la Era Bicentenaria. Para el Gobierno Bolivariano es una fecha memorable, de fundación de los principios de Independencia, Unidad, Soberanía, Igualdad y Libertad.  Después de dos siglos, el proceso encabezado por Hugo Chávez se asume como continuador de la lucha por la definitiva Independencia, en la medida que también enuncia la profundización y alcance para todos en la realidad de estos principios.

     Pero más reciente y esclarecedor de lo que vive Venezuela con la Revolución Bolivariana son los hechos del 11, 12 y 13 de abril de 2002. En el presente, 2011, se conmemoraron nueve años de aquellos eventos cargados de tragedia, pero también, en su desenlace final, de gran satisfacción y esperanza. De todas formas, es un suceso inédito en la historia latinoamericana. Un compañero historiador los compara con el 17 de octubre de 1945 cuando el Coronel Juan Domingo Perón, después de estar preso en la isla Martín García en Argentina regresó, aclamado por las masas, a Plaza de Mayo para al año siguiente ser elegido presidente. No obstante las comparaciones, no hay duda que el desenlace del golpe perpetrado contra Chávez y la Revolución Bolivariana el 11 de abril de 2002 y las circunstancias que rodearon los acontecimientos, hacen de este hecho algo único en la historia de Nuestra América. Después de haberse dado el golpe de Estado llevado adelante por la oligarquía y el alto mando militar contra un gobierno democrático y legítimamente constituido, todo parecía consumado. Pedro Carmona Estanga, un oscuro empresario, se asumió como cabeza del golpe junto con una pléyade de políticos comprometidos con el desastre en que se sumergió Venezuela desde la década de los ochenta. Declaraciones de altos mandos, fundamentalmente de la armada, hacían prever que no había vuelta atrás. Los medios masivos controlados por los intereses del empresariado golpista al unísono celebraban al usurpador. Otro gobierno más, de origen popular y dispuesto a realizar reformas profundas en dirección a solucionar los problemas de nuestros pueblos había sido derrocado por el desgraciado acuerdo de las oligarquías nacionales y el imperialismo; no era la primera vez que esto pasaba ni, lamentablemente, sería la última… pensamos más de uno.

     Para esas fechas me encontraba en Bogotá, en la Universidad Nacional. Enterarnos de lo que pasaba en Caracas fue frustrante e indignante, una infinita tristeza invadió a quienes en compañía habíamos recibido la noticia del golpe. A la indignación y rabia se le sumó la vergüenza al ver a un Juan Manuel Santos y a una corte de políticos y periodistas colombianos celebrar el golpe que eufemísticamente llamaban: una vuelta a la democracia. Sólo un compañero habló con una convicción tan clara que espantaba, pues no era simplemente fundada en la esperanza, era la fe profunda en un pueblo, cuando dijo estas palabras que todos escuchamos: Chávez va volver, eso no dura mucho. Verá y me dirá profesor. Todos lo vimos, incluido el profesor, como si hubiera dicho una locura. Era la locura de alguien que tenía la razón en la convicción de que un futuro mejor siempre es posible.

     El 12 de abril el pueblo de Caracas comenzó a bajar de los cerros, donde descansan las barriadas que acogen a los sectores populares y marginados de la ciudad. Eran masas de personas, hombres, mujeres y niños, que reclamaban ver a su presidente democráticamente elegido, bajo la consigna: Él no ha renunciado, lo tienen secuestrado. Caída la tarde, miles se reunían a las afueras del palacio de Miraflores, sede del poder ejecutivo, gritando vivas a Chávez y solicitando su presencia. Una pancarta sintetizaba lo que pedían: Donde está Chávezz ¡Qué hable!  Mientras las paredes se pintaban con solicitudes de renuncia a Carmona: fuera Carmona usurpador. No valió la represión ni los asesinatos para contener a una marea roja que rodeaba Miraflores y sus adyacencias. Una señora ese día decía con indignación y rabia, impositivamente: ¡Yo voté por Chávez, y quiero ver a mi presidente! El 13 de abril la movilización de las masas y la reacción de sectores de la Fuerzas Armadas constitucionalistas y antigolpistas, la unión cívico-militar desde abajo operando, hacen que el gobierno patronal impuesto a la cabeza de Pedro Carmona se deshaga a las pocas horas de constituido. En la madrugada del 14 de abril, entre aclamaciones,  liberado por los militares que lo custodiaban, regresó Hugo Chávez del secuestro al que se encontraba sometido en la isla de La Orchila.

     Los eventos de Abril demostraban el apoyo popular del que gozaba el gobierno presidido por Hugo Chávez. Pero, ¿por qué este apoyo, si la mayoría de los medios de comunicación, audiovisuales e impresos estaban volcados en contra del gobierno y apoyaban la salida golpista y la expulsión a como diera lugar de Chávez y lo que representaba? Chávez encarnaba la esperanza de la posibilidad de un cambio con justicia social en Venezuela. La convicción sobre la necesidad de reformas que incluyeran a sectores tradicionalmente excluidos de la renta petrolera y del sistema productivo impulsaba a amplios sectores populares, y a algunos de la clase media emergente, a apoyar al gobierno. Los sectores golpistas, en cambio, representaban a aquella clase política responsable del estado de crisis que había azotado a Venezuela, comprometida con la profundización de las reformas neoliberales implementadas en los noventa. Eran parte de los grupos económicos y sociales identificados y beneficiarios del sistema político tradicional de Acción Democrática y Copei. Chávez había demostrado su determinación por el cambio. Planteó en su campaña la necesidad de un nuevo pacto político y constitucional para Venezuela y lo cumplió con la convocatoria a la Asamblea Constituyente y la elaboración de la Constitución Bolivariana. Unos meses antes del golpe, había promulgado una serie de leyes que involucraban cambios en el campo del petróleo, de la propiedad de la tierra, del manejo de los recursos y del papel del Estado en la Economía; entre otras razones, fueron las causantes de la radicalización de la oposición y su salida golpista. 

Conquistas. Descripción sucinta

Nueve años después la Revolución Bolivariana avanza. Si en aquellos momentos la esperanza movió a los sectores populares y a franjas de la clase media, ahora se manifiestan más claramente conquistas que se hace necesario defender para la continuidad de este proceso. El refugio de sectores de la clase media beneficiarios del sistema político y económico vigente hasta antes de la Constitución Bolivariana, en instituciones como Pdvsa, las universidades y en el sistema de salud, obligó al Estado, ante la oposición fragrante a sus políticas de ampliación en cobertura educativa y en salud, a crear sistemas paralelos para satisfacer la demanda de los grupos sociales sin posibilidades materiales de acceso a dichos servicios, que en el marco de la Revolución se constituyen en derechos. La Universidad Bolivariana de Venezuela y la UNEFA han logrado expandirse como centros educativos de educación superior cubriendo la demanda educativa en este sector, a su vez, la matrícula en primaria y secundaria ha aumentado exponencialmente. Además, las Misiones creadas por el Estado en asocio con las comunidades en los barrios y poblaciones llevan adelante programas para la solución conjunta de las demandas sociales. Entre ellas las educativas. Mediante la Misión Robinson, dedicada a la alfabetización se logró erradicar el analfabetismo en Venezuela y, con la segunda fase de esta misión, introducir a millones de venezolanos en el sistema educativo. La Misión Ribas, introducida en las comunidades, en los barrios, a través de la participación popular vincula a muchos de sus habitantes en el sistema de conocimientos impartidos en el bachillerato, con lo que se ha logrado la graduación de miles de hombres y mujeres que de otra manera nunca serían bachilleres. De este modo, la Misión Sucre, culmina este proceso educativo al orientarse por una concepción de una universidad abierta y una educación superior para todos; prepara, a quienes han cursado estudios en las demás misiones, al sistema de educación superior integrado por la UBV y la UNEFA.

     En el  campo de la salud, la Misión Barrio Adentro en sus cuatro niveles, brinda cobertura a la población desde los mismos barrios con los módulos de salud para atención primaria. Centros de Diagnostico Integral que funcionan como clínicas de diagnostico, terapias y recuperación, están ubicados cubriendo zonas de la ciudad, y Hospitales de atención de tercer nivel en distritos mayores. Por otro lado, están las Misiones alimentación y Mercal, destinadas a garantizar la distribución equitativa de los alimentos fundamentalmente entre la población con menores ingresos, como una manera no solo de mejorar las condiciones de nutrición de la mayoría sino también para combatir la inflación y la especulación capitalista.

     Estas son algunas de las Misiones. Sus programas sociales con un alto contenido de participación de la comunidad y de los consejos comunales, órganos representativos del poder popular, se despliegan con diferentes denominaciones en referencia a la necesidad que trabajan para solucionar. Esta red de Misiones descansa en la participación popular y junto con los consejos comunales y los proyectos que agencia la comunidad constituyen formas del ejercicio de la democracia desde abajo que se dirigen a niveles mayores de organización y compromiso con la conformación de comunas autogestionarias.

     La empresa de Petróleos de Venezuela, Pdvsa, en los noventa había sufrido un proceso acelerado de privatización que la convirtió en una especie de empresa privada dentro del Estado, gobernada por una élite burocrática-económica, articulada con los intereses de las transnacionales, y de espaldas a los problemas del país. Posterior a los eventos de abril de 2002, la iniciativa de la oposición se trasladó a Pdvsa. La estrategia era arrinconar al Estado y a la sociedad venezolana parando el suministro petrolero a nivel interno y con los clientes extranjeros. El gobierno logró vencer esta estrategia y de paso recuperar el control sobre la Empresa. Este paso significó que el Estado lograra que un recurso fundamental para la economía venezolana fuera manejado según los intereses nacionales y en beneficio de todos los venezolanos. La premisa nacionalista de sembrar el petróleo ha sido la orientación del proyecto de la Revolución Bolivariana para acabar con la dependencia que implica poseer una economía sometida a la renta petrolera. La renta petrolera se dirige ahora a fortalecer la estructura de producción del país en el marco de la consolidación de un modelo de desarrollo que garantice la Independencia y soberanía nacional. La Reforma Agraria y la industrialización son dos ejes fundamentales de este nuevo modelo de desarrollo que se adscribe en una propuesta socialista y democrática. La redistribución de tierras avanza con la recuperación de predios del Estado apropiados ilegalmente por particulares y con la expropiación de tierras abandonadas o sub-explotadas. A su vez, el proceso de industrialización es impulsado en el campo, entre otras líneas, con el desarrollo de la industria arrocera y del maíz; para 2008, Venezuela había alcanzado el autoabastecimiento en estos dos productos básicos en la alimentación de las mayorías.  

     La diversificación de la economía a través de la industrialización y el aumento de la capacidad instalada es un proceso que avanza, no sin dificultades, en un país acostumbrado a vivir de las importaciones suministradas gracias al intercambio de las regalías del ingreso petrolero. En el área de procesamiento de los hidrocarburos, el Estado Venezolano ha configurado la columna vertebral del proceso de re-industrialización nacional. A pesar de todos los obstáculos, que no faltan, en este camino Venezuela ha conseguido que los resultados sociales y económicos de las políticas neoliberales aplicadas durante los años 90, que significaron mayor pobreza y dependencia, hayan retrocedido con una mejora significativa en la capacidad productiva del país y en el consumo per-cápita, y un aumento significativo de los salarios reales. Por su parte, la participación del Estado ha aumentado en las explotaciones petroleras y las inversiones internacionales se han diversificado con países como Rusia, China, Irán, Argentina y Brasil, entre otros, logrando acabar con la dependencia a los Estados Unidos y, de este modo, conseguir mayor capacidad de negociación con el capital internacional en beneficio de la soberanía y los ingresos y desarrollo nacional.

     Todo esto ha significado mayores recursos para el Estado venezolano y mayor autonomía con respecto al capital privado nacional e internacional para llevar adelante su política de transformación social. El proyecto que agencia la República Bolivariana no solo busca mejorar las condiciones económicas de Venezuela, propone una sociedad incluyente que genere las condiciones para que sus integrantes lleguen a alcanzar un desarrollo pleno de sus potencialidades, con igualdad de oportunidades para su máxima realización como seres humanos. En este sentido, se considera socialista el ideal que como objetivo estratégico dirige a la Revolución Bolivariana. La apropiación colectiva de la producción, así como la participación de las comunidades, en una institucionalidad democrática radical, donde todos actúen, de alguna manera, en agenciar las decisiones que competen a la definición de su vida material y cultural, son elementos fundamentales en el modelo de desarrollo que avanza en Venezuela. 

Un proyecto latinoamericano.

La Revolución Bolivariana, desde sus inicios se planteó la necesidad de la integración y unidad latinoamericana y caribeña como condición para lograr la verdadera existencia Independiente y Soberana de cada una de las naciones del continente en el camino para solucionar los problemas de nuestros pueblos y construir un futuro de mayor prosperidad y bienestar. Con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, desde su fundación en el 2004, se creó una nueva filosofía de integración basada en los postulados bolivarianos. Se trasciende la integración comercial y del capital orientada para la ganancia de las elites económicas nacionales y transnacionales. La integración plateada por la ALBA,  establece relaciones entre los Estados y pueblos a través de un intercambio solidario que se guía por las premisas de la complementariedad y la cooperación; considera las asimetrías entre las economías y las sociedades y reconoce la soberanía de cada nación. Es una integración que tiene como meta la unidad en un proceso de mutuo intercambio cuya perspectiva de desarrollo integral y endógeno mira hacia el beneficio de cada una de las naciones latinoamericanas y caribeñas involucradas. La unidad en la concepción bolivariana es fundamental para la supervivencia en Latinoamérica de sistemas que descansen en la profundización de la igualdad y libertad de sus pueblos. Una gran nación de Repúblicas, diría el Libertador. Pues solo unidos Nuestra América se potencia así misma y es capaz de defender su soberanía ante los apetitos de potencias extranjeras. La unidad está inscrita entonces en una concepción claramente antiimperialista y anticolonialista. Este espíritu, con la asunción de gobiernos progresistas en Latinoamérica, ha permeado iniciativas de integración como la UNASUR y el MERCOSUR, pronosticando una ruptura con el modelo neoliberal y dependiente que en su momento intentó imponer el ALCA.

     Independencia, Unidad, Soberanía, Igualdad y Libertad orientan las búsquedas del proceso venezolano. Tanto en Venezuela como en varios países de Latinoamérica, se han dado pasos conducentes a profundizar y materializar estos principios. El 19 de abril de 1810, un pueblo se movió en contra de la dominación colonial, la oligarquía de turno se apoyó en los sectores populares pero a la hora terminó por imponer sus intereses de clase dominante; en el abril golpista de 2002 un pueblo se movió por la convicción fundada en la esperanza, hoy, desde Caracas puedo decir que se moverá para defender sus conquistas por una sociedad más justa e incluyente con mayor contundencia cada vez. Venezuela marcha a la vanguardia de un camino nuestroamericano más cierto hacia su definitiva Independencia. 

Historiador—Investigador 

boricaba@gmail.com



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