Carrera por la Presidencia

¿Quién se hunde más en el barro, Radonsky o la María Corina?

Han cogido la tragedia de las lluvias para caerse a cuchillo. Todos los de la MUD, con posibilidades de recibir apoyo del Norte, andan con botas camperas, embutidos en coloridos hules, empapados de lodo y mierda.

El Radonsky se hundió en el mar de Higuerote hasta el pecho, siempre rodeado de negros. Y entonces la María Corina se hundió hasta los hombros en el mar de Paparo, de Santa Ana, de Colina de San Miguel, San Martin, La Florida, La Compuerta, Perdomito, El Socorro, Rio Chico Arriba, García, Burgos y Campo Alegre.

¡Ay, Dios mío, cuánto vale fotografiarse con un negro o una negra en estos tiempos!

Y hay negros y negras que se dejan.

El otro día un camarada me criticaba: “¿Tú crees que por el sólo hecho de que alguien sea negro o negra, por eso va a tener conciencia revolucionaria?”

Yo me puse a pensar un poco, y le respondí: “Sí, coño, porque el negro debe llevar la conciencia en la piel, en el alma”.

Es para estremecerse de arrechera ver a negros y negras dejarse manipular por tamaños canallas faranduleros.

Un negro o una negra no puede dejar de ser lo que es en esencia, un ser despreciado por los malditos burgueses, por los fascistas, por la ultra-derecha. Claro que sí, coño, tiene que tener conciencia revolucionaria porque si no dejar de ser lo que es.

Fíjense por ejemplo el caso de Michael Jackson: dejó de ser lo que era, y a la final todo el mundo concuerda en que no era un hombre sino un vil objeto del mercado.

Si un “negro” o “negra” se presta a ser besada por María Corina o el "señor" Radonsky (el que asedió a la embajada de Cuba), por fuerza tiene que ser algo indefinido en el rango de lo humano. No es ni negro ni negra, aunque parezca contradictorio, porque son usados como quien usa un objeto para cometer un crimen.

El negro que se deja por María Corina es un anti-negro.

Y de eso se trata esta lucha, en medio de una campaña electoral en el que la ultra-derecha tratará sobre todo de meterse en los barrios, en los sectores más pobres, ya que ellos consideran que a la clase media ya nunca más podrá Chávez cambiarle el sistema cerebro-espinal. A la clase media la tenemos irremediablemente perdida, porque ella no aspira a otra cosa que parecerse a la alta.

Así estamos, en medio de un virulento campo de batalla, a pocos meses de definirse un escenario que no dudo de catalogarlo de vida o muerte.

Ahí nos lo jugaremos todo.


jsantroz@gmail.com






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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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