Simón Bolívar ha sido el único mandatario que se negó a ser pendejo

La historia de Venezuela ha sido una sucesión de históricas y delirantes pendejadas con mandatarios todo ellos bien pendejos.

Tuvimos una patria boba que dicen transcurrió entre 1810 y 1816: Falso, todavía existe.

Ojo, no ser pendejo nada tiene que ver con ser vivo.

En realidad la viveza es la más grande pendejada.

Eso sí, hemos tenido de sobra en Venezuela: “vivos” (miserables): Antonio Leocadio Guzmán fue un grandísimo vivo que por pasarse de listo ha quedado en la historia como la lacra más inmunda que en toda nuestra historia republicana.

Sin ninguna duda, que Páez fue un denodado tonto que se creyó extraordinariamente listo.

Hasta se pasó de listo

Lo cogieron los ingleses y lo marearon: le metieron una amante, entonces se creyó bello y muy agudo. Lo más catastrófico que le puede pasar a un mandatario es creerse bello. Tenemos en estos momentos gobernadores y alcaldes con devaneos de misses.

Pues bien, Páez como toda una puta se vendió al capital.

Y creó una buena camada de bobitos como el Carlos Soublette (quien también traicionó a Bolívar), el que andaba con una campanita ridícula para exigir silencio. Nadie le hacía caso. Era tan tonto que se llamaba: Carlos Valentín José de la Soledad Antonio del Sacramento.

Con todo nuestro pesar hemos de decir que el doctor José María Vargas también fue pendejo: no fue más que un muñequito de guiñol de Páez. Renegó Vargas de Venezuela al escribir: “la primera educación que recibí fue bien mala… cuán desgraciado fui en haber nacido en mi país.” Vargas Vila lo definió de esta manera: “Su virtud se parecía inmensamente a la Ineptitud; su Probidad, era como una Vanidad; su desdén por el Poder se parecía mucho al amor de la Reputación… no tenía el alma grande, ella sin fuerza, entregaba su debilidad a los sufragios de la Posteridad.”

Todo el clan de los Monagas estuvo conformado por bandoleros, ignorantes y asesinos, e indudablemente por connotados pendejos. No podían sacar de abajo a Venezuela porque eran unas bestias sin control ninguno.

Luego vino a gobernarnos el imbécil más grande que había parido todo este continente: Julián Castro. Un menguado petulante y asesino de Petare.

Imagínense lo pendejo que fue el pobre Pedro Gual, que cuando le echan la presidencia encima dice: “me entregan un cadáver”.

El súper burgués de Manuel Felipe Tovar se caga en todo el país cual un Guillermo Zuloaga o un Manuel Antonio Matos, o un Antonio Aranguren, o Eugenio Mendoza.  Siempre los súper burgueses venezolanos se han cagado como les ha dado la gana en todo nosotros y jamás les hemos podido hacer nada. Revísese toda la historia nuestra para que lo comprueben.

¡No se diga Juan Crisóstomo Falcón¡, la madre de todos los pendejos habidos y por haber, a quien llamaban la SEÑORA o DOÑA JUANA. A éste le sucedió un súper vivaracho, el máximo ladrón de este continente, Antonio Guzmán Blanco, hijo del supremo delincuente y traidor de Antonio Leocadio. A éste le sucedió Francisco Linares Alcántara que lo único grande que tenía era los dientes: pícaro, mimético, cobarde y botarate. Más pendejo no podía ser.

Vino luego otro notabilísimo pendejo llanero llamado Joaquín Crespo quien permitió que la Disconto Gesseschaft (de los malditos banquero alemanes, dependiente de los hermanos Krupp)  nos robara casi toda la riqueza de nuestro país de entonces.

Juan Pablo Rojas Paúl fue un redomado imbécil que le sacaba en bacinilla los excrementos del viejo Guzmán.

Raimundo Andueza Palacios era un canalla vicioso, degenerado, borrachín de tabernas que como dice Vargas Vila, se precipitó como Heliogábalo  en la cloaca.

Ignacio Andrade fue un ser pusilánime, por lo que Cipriano Castro llegó a decir: “A ESE PENDEJO SÍ ME LE ALZO YO”.

Al pobre Cipriano Castro lo engañó el embajador gringo en Venezuela, y luego su compadre Gómez le dio la estocada de muerte.

Juan Vicente Gómez fue un ejemplar criminal y ladrón que entregó todo el país a las compañías petroleras, y entonces se hizo el pendejo y gobernó a costa de horrible una represión, cárceles, hambre y viles asesinatos.

Eleazar López Contreras cometió la grandísima pendejada de firmar un tratado con Colombia que nos despojó de más 108.000 kilómetros cuadrados, y nos dejó el Golfo de Venezuela en peligro de ser tomado por los neogranadinos.

Isaías Medina Angarita se dejó embaucar por la prensa y lo destrozó la Creole junto con Rómulo Betancourt.

A Rómulo Gallegos lo apendejeó Betancourt y la embajada gringa dirigió el golpe que lo mandó al carajo. Pocos presidentes han sido tan pendejos como él. Acuso a Truman de haberlo derrocado y después le pidió perdón. PENDEJO.

Marcos Pérez Jiménez al igual que Antonio Noriega quiso independizarse del mando gringo y le dieron un espantoso puntapié por el trasero el 23 de enero de 1958.

Luego vino la democracia romulera que duró 40 años con inmundos pendejos de todos los calibres. Hubo uno que dijo al terminar su mandato: “me engañó la banca”. A todos los engañó el poder financiero.

Después nos llegó el Comandante Chávez quien un día, cuando menos lo esperábamos les sacó un crucifijo perdonando a un montón de miserables golpistas. Hace poco dijo que lo último que nos podía pasar es que este proceso nos resulte una revolución pendeja, que yo incluso vaticino que podría hasta estar a punto de convertirse en GÜEVONA

jsantroz@gmail.co



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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