Sindéresis

El espejismo de la oposición

Obtuvieron sus escaños parlamentarios perfectamente pronosticables mucho tiempo antes de las elecciones septembrinas. Hicieron de todo. Se inter suplicaron unidad y se tragaban las ofensas que ordinariamente suelen proferirse en todos los terrenos, pero mas en los ámbitos personalísimos que en la jerga publica. Porque como se sabe actúan soterradamente. Eso en ellos es costumbre porque la trapisonda en ellos es casi generacional. Llegaron a septiembre con el agua al cuello y si no fuera por algunas pifias de gestión en determinados lugares donde no se practicó el nivel de socialismo que corresponde, su destino se hubiera precipitado a un laberíntico fracaso. Un fracaso que de ese talante, para ellos está predeterminado. Porque la revolución, por sus anchas cualidades autocriticas, cambia gente. Ahora, es verdad que contando peras, tomates y cambures, ellos resultan con una votación importante y que las caballerías socialistas habrán de revisar sus estrategias para la embestida que muy pronto habrá de aplicarse en próximas batallas. Pero de allí a que sueñen con hacerse del poder que una vez mal practicaron hay una cuesta cenagosa, que pasa por sofocar los fuegos dejados por la infame forma de gobernar que practicaron por mucho tiempo. Por eso la población venezolana, a pesar de endosar algunas cuentas contra quienes no han cumplido su responsabilidad socialista, sabe que hay un límite fijado a ellos que jamás se podrá traspasar. Y eso se ve clarito por ejemplo, en el análisis histórico del comportamiento electoral marabino. Y del Anzoatiguense en nueva postura. No se pude confundir la expresión por sanción a una deficiencia de gestión, con un imaginario desagrado al proceso socialista que se acomete en Venezuela. La verdad que ni tan malo es el aporte oposicionista en ese sentido, para profundizar en el reacomodo de los entuertos de la revolución. La intermitencia en el crecimiento y decrecimiento del número opositor obedece a eso y a nada más. Por eso no se deben fabular escenarios fuera de ese tenor. Ellos en el fondo de sus recónditas pasiones saben lo que es ineludible. Saben que Chávez, esa vez con mayor contundencia ganará en el 2012. Cuando en 2012, el líder fundamental se presente al ruedo electoral, junto a un partido ya encamisado con autoridades remozadas y un equipo de candidatos a alcaldes y gobernadores depurado y ostensiblemente acorde con las necesidades ulteriores de la revolución, empezara entonces la oposición a sacudir su sueño de poder y ese cuarenta por ciento se reducirá a menos de la mitad para desfilar al canto de una revolución que es inquebrantable.

N_lacruz@yahoo.com


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Neri La Cruz


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