En medio de la guerra, vale la defensa personal

No soy juez ni abogado, pero estoy obligado a decir algo sobre la libertad de los inculpados en los sucesos del puente Llaguno. La Oposición ha dicho que eso es impunidad, pero no cae en la cuenta de que el 11-A hubo una guerra y que durante esa guerra el país sufrió un apagón institucional. Que este apagón fue provocado adrede para llevar al abismo al gobierno y hacerse a punta de fusil con el Estado venezolano. Que un grupo de Generales comprometidos con la conjura permitieron que escuadrones armados ajenos a nuestras Fuerzas Armadas ingresaran en Fuerte Tiuna en medio de la infernal trama que se había armado desde hacía varios meses.

Los argumentos de estos Generales sediciosos ante la Asamblea Nacional fueron tan pobres y miserables que no sostienen el menor análisis, y no obstante para la Oposición son brillantes pieza de oratoria y merecen estos golpistas no sólo la suspensión de los antejuicios de mérito que se les sigue sino la mismísima reincorporación a sus cargos. Pero para la Oposición en absoluto esto no es impunidad.

Estos Generales han sostenido al unísono que cuando vieron a los Círculos Bolivarianos disparar desde el puente Llaguno se les conmocionó su alma de patriotas y como un solo hombre decidieron salvar a la patria. Es decir, prejuzgaron. De nada les valió pasar veinticinco o treinta años en una institución que fundamenta gran parte de sus estudios en análisis de inteligencia, estrategia, valoración de los elementos en una confrontación, pero así y todo de inmediato se convirtieron en jueces y dictaminaron que el Presidente de la República era el monstruo que había ordenado a sus círculos bolivarianos disparar contra pacíficos manifestantes. Fue así como se lanzaron a darle apoyo a un Golpe. Y no están presos, y sin embargo esto para la Oposición no es impunidad.

La Oposición sostiene que hubo un vacío de poder y por esa tronera como ratas entrar a saco a repartirse cargos y disponer del poder a mansalva, pero en absoluto para justificar que el ciudadano de a pie fuera capaz de defenderse como pudiera. Ese 11-A los medios de comunicación privados sabotearon la cadena del Presidente, y los promotores de este crimen andan libres, sin embargo la Oposición jamás se ha sentado a recapacitar si es que realmente el gobierno ha sido demasiado tolerante y condescendiente, demasiado débil y compasivo con los criminales. Ese 11-A Carmona Estanga se rodeó de mercenarios armados hasta los dientes. Ese 11-A Pérez Recao echo a correr sus podencos de la guerra para sacarle partido a los muertos vilmente caídos ese día. En la noche de ese día Napoleón Bravo y Rafael Poleo se frotaban las manos de alegría porque Chávez había caído y no se acordaban ya en absoluto de los muertos. El fin para ellos justificaba los medios que se habían empleado y eso era lo importante y por lo tanto los muertos al hoyo que ellos estaban en lo del bollo. Después vilmente también harían desfilar a los pobres familiares de las víctimas por sus programas, para seguirle sacando provecho a este filón y todo apuntando hacia otro capítulo de sangre, destrucción y muerte.

Qué horrible que estos familiares estén permitiendo que quienes murieron víctima de toda una emboscada para dar un golpe de estado estén siendo otra vez utilizados para seguir en esa misma dirección de alimentar odios para que disolutos, ambiciosos y corrompidos políticos monten sus taguaras y sigan con sus privilegios. ¡Por amor de Dios!, dejen tranquilos a estos muertos y que no se permita que con ellos se manipule para provocar violencia y alimentar el enfrentamiento entre los venezolanos.

Pero la Oposición no se ha dignado pedir la extradición ni de Pérez Recao ni mucho menos de Carmona, y dice que el gobierno consiente la impunidad. ¿Están acaso presos los que detuvieron a Tarek William Saab, a pesa de que era un diputado a la Asamblea Nacional? ¿A pesar de que lo vejaron y lo echaron a la jauría para que lo escupieran y lo golpeara? ¿Están presos los que hicieron lo mismo con el ministro Rodríguez Chacín, con Ronald Blanco La Cruz y Florencio Porras, todo provocado por el conato de guerra civil de ese día del 11-A?

La impunidad es la madre de todos los delitos, dijo Bolívar lo que es muy cierto, y yo le reclamo al gobierno el que no tenga en la cárcel de Santa Ana de Trujillo a Carlos Ortega, a Alfredo Ramos, a Pablo Medina, a Federico Alberto Ravel, a Marta Colomina, A Maike de Viana, William Dávila Barrios, Curiel, Quirós Corradi, Patricia y Rafael Poleo, Eduardo Fernández, Leopoldo Martínez, Napoleón Bravo, Ángela Zago, Alfredo Peña, Elías Santana, Miguel Henríque Otero, Gustavo Cisneros, Ybéyise Pacheco, Molina Tamayo, Alan Brewe Carias, Antonio Ledezma, Guaicaipuro Lameda, a casi todo el tren ejecutivo de PDVSA, al cardenal Velazco, al obispo Baltazar Porras, al actual Presidente de FEDECÁMARAS. Con todos estos angelitos en Santa Ana del Táchira, Venezuela podía sentirse jurídica y moralmente reivindicada, podía sentirse desagraviada. Pero no, resulta que siendo estos los grandes promotores y causantes de los crímenes de ese día entonces quieren, ¡sarcasmo!, convertirse en los paladines de la justicia y salen a pedir cárcel para los que en medio de una guerra dispararon contra la policía Metropolitana desde puente Llaguno.

No hay peor injusticia, decía Montaigne, cuando vemos a los delincuentes exigir justicia. ¿Qué cinismo el de Primero Justicia, cuando apoyaron el Golpe, cuando uno de sus miembros formó parten del gabinete de Carmona, cuando se llevaron francotiradores de la Alcaldía de Chacao para que disparara contra su propia marcha, que ahora el día 15 de julio realice la pantomima de un ridículo teatro con la pretensión de "lavarle" la cara al Tribunal de Justicia? Porque para estos manipuladores y farsantes estuvo muy bien el prolongado y bochornoso silencio que impusieron los medios de comunicación durante las 48 horas del Golpe para que aquí Carmona y su banda se adueñaran de Venezuela. Eso sí era loable, y lo criminal era defenderse, tratar de enfrentar a las montoneras cívico militares de los ultras de PDVSA y de Alfredo Peña. No, había que dejarse coger desarmado y cruzados de brazos como unos angelitos. Primero provocan los ríos de sangre, el genocidio mediático y además quieren que el contrario no diga ni pío, no tenga derecho a decir ni pío ni por asomo trate de replicar con las mismas armas. ¡Qué nísperos!

¿Dónde están los criminales que empujaron la marcha del 11-A hasta Miraflores? ¿Están presos? NO. Están todavía jorobándonos la paciencia en programas diarios de televisión. Fue un crimen insólito el que estos asesinos atizaran todo el odio posible de los manifestantes para llevarlos a un enfrentamiento con los que ya estaban apostados frente a Miraflores. Además de una monstruosa provocación que debía dar como resultado ríos de sangre, era evidente que el ataque frontal de la policía Metropolitana contra la gente en Puente Llaguno respondía a un plan que llevaba implícito el desalojo de los partidarios del gobierno para luego lanzarse a la toma del palacio de Miraflores por parte de los manifestantes más radicales. Ese plan estaba concebido días antes y se quiso retomar en la última marcha del 11-J, para luego plantar una vigilia frente al palacio.

Es que uno no sale del asombro de cada día cuando ve que con todo sarcasmo y caradurismo del mundo un tipo como Carlos Ortega, quien pidió la disolución de la Asamblea Nacional, salte a pedir castigo contra Richard Peñalver. Qué inmoral que un tío tan petulante y soberbio como el Escovar Salom quien salió proclamando que si el gobernador legítimamente elegido del Táchira se oponía a entregar su cargo se le debía reducir por todos los medios posibles a prisión, sea otro de los que esté clamando castigo contra la gente del puente Llaguno. Que esté pegando el grito en el cielo Napoleón Bravo uno de los artífices de los montajes que hicieron ver que la gente de puente Llaguno estaba disparando contra los pacíficos manifestantes venidos de Chuao.

Todos inmorales y criminales que gozan de libertad gracias a que existe un gobierno que no se fundamenta en el odio ni en la venganza, pero que continúan delirando por sus medios privados exigiendo que se le aplique todo el peso de la ley a los que según su opinión delinquieron, no a ellos.

Qué buena es la justicia cuando no nos toca a nosotros.

Todos esos grandes criminales que promovieron y alimentaron los sucesos del día 11-A deberían estar purgando cárcel. Y a mí me duele que esto no se cumpla en una democracia, y que además estos grandes maulas estén convertidos, sigan convertidos, en los oráculos de la Nación, en los interpretadores sanos, juiciosos y notables de los hechos de ese día. Sigan tergiversando la realidad a su gusto y parecer. Estén allí orondos, dueños de la verdad y de lo verdadero, con ancha aceptación de cuanto digan para su posterior difusión en los medios de información del exterior.

Para estos malévolos golpistas carecemos de estado de derecho cuando no encarcelamos a Lina Ron o a Richard Peñalver, pero nada dicen cuando por sus propios crímenes siguen impunes, cuando todavía desde sus programas de radio y televisión, desde sus periódicos persisten en alimentar la insidia, el caos y la inestabilidad económica para que todo esto nos conduzca a una guerra civil, y entonces ellos vuelvan por sus fueros. Este ha sido el único gobierno en casi dos siglos de vida republicana que jamás ha suspendidos las garantías constitucionales ni ha declarado estado de sitio, incluso en medio de la más pavorosa conjura de huelgas generales, paros, manifestaciones radicales, pronunciamientos de altos oficiales resentidos y movimientos terroristas de todo tipo con la colocación de niples raros y misteriosos en conventos y medios privados. Esto ofende a los amigos de Carmona Estanga que apenas se cogieron la silla en Miraflores descabezaron de entrada las instituciones más sagradas de una Nación, pero esto para el jurista maníaco-depresivo de la Oposición Tulio Hernández no deben ser sino frioleras. Es un crimen espantoso que quienes le están reclamando justicia al gobierno se hagan los locos, sordos y musiues ante los descomunales delitos propiciados, dirigidos y financiados por la Oposición.

Patricia Poleo hace apología y declarada colaboración con banda armada terrorista a través de video, y Tulio Hernández junto con su carnal Ramón Escovar Salom no dicen ni pío. El gran farsante de nuestra historia nacional, siempre lo denuncié, Guillermo Morón, no sólo pide sino que justifica un asesinato contra Chávez, pero eso para el jurista Hernández debe ser todo un delirio, toda una pieza magistral de la más alta jurisprudencia. Esa posición miserable de Ángela Zago suspirando porque la bota de los marines norteamericanos hollen nuestra patria debe ser algo maravilloso y supremo para los hurgadores de códigos y mamarruchadas legales al estilo de Tulio Hernández y Hermánn Escarrá. La Oposición consideró una fechoría los saqueos de los días 13-A y 14-A, pero las defecciones escandalosas del coronel Pedro Soto, los repugnantes insultos del general González González al Presidente de la República, las perturbaciones frente a La Casona y La Carlota son acciones heroicas y dignas de ser emuladas.

Esa es la doble moral de estos desalmados pendencieros sin principios y sin país. Ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. La plomazón desde los que disparaban desde puente Llaguno está plenamente justificada en medio de la guerra que estalló esa tarde del 11-A. Algunos militantes del MVR llevaban sus armas con el debido permiso expedido por la Dirección de Armamento de la Fuerza Armada Nacional, como muchos las llevaron en la marcha del 11-J. Se desata una conflagración con bombas lacrimógenas y muertos por El Silencio y la Avenida Baralt. La alarma corre como pólvora hacia los lados de Miraflores donde están apostados los fieles seguidores del gobierno. La ballena que va protegiendo a policías metropolitanos fuertemente amados y arremete contra ellos y se adentra en el territorio donde están apostados desde hace meses los bolivarianos (con furiasa y desbordada acción represiva). Entonces lo que en concepto de la Oposición lo que debían hacer os afectos al gobierno era entregarse inerme a la arremetida brutal de la policía que ya había cometido (e iba a cometer) grandes desmanes por donde estaba pasando. Seguidamente no era saludable protestar al sátrapa Carmona ni salir a la calle a exigir que se repusiera al presidente derrocado.

En una guerra civil vale la defensa, vale protegerse con armas, y el 11-A se vivieron unas cinco horas de guerra civil en el centro de Caracas. ¿Dónde están los que asesinaron a miembros del MVR ese día? ¿Fue que acaso éstos se suicidaron? ¿Fue que acaso se inmolaron o que los mataron los propios miembros de su movimiento ya que sólo estos son los que echan plomo en este país? No nos vengan con cuentos de viejas.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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