El Espejo

Recta final

Estamos en la recta final de las elecciones parlamentarias del 26-S y aumentan los indicios sobre la preparación de planes para generar perturbaciones. ¿En qué consisten y cuál es la autoría? La euforia imperante en sectores de la oposición, evidentemente forzada, se está desinflando. Lo que sucede en las últimas semanas indica que cunde la desesperación en amplios sectores del antichavismo.

La manipulación de cifras por algunas encuestadoras, que puso a millón a dirigentes de la MUD, fue desenmascarada por la realidad. El sector no tiene campaña, y si la tiene la disimula. Salvo María Corina Machado y Enrique Mendoza que se mueven en el escenario con algún trabajo de calle -despertando recelo en el complejo mundo opositor donde impera la rivalidad-, el resto del liderazgo está desaparecido. Y la pregunta que obviamente todos se hacen es: ¿cómo ganar una elección sin campaña? Los analistas políticos que, públicamente se resisten a admitir lo que ocurre, manifiestan en privado su preocupación.

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INSISTIR en que hay unidad en ese variopinto mundo se convierte en engañosa consigna, en simple voluntarismo, con el fin de alentar el decaído ánimo de los seguidores. Es un estímulo retórico. La promesa de tocar el cielo con las manos y, al mismo tiempo, asumir una realidad diametralmente distinta, provoca efectos traumáticos. Incluso en gente con experiencia política se explica que para impresionar a una audiencia cautiva la oposición afirme que logrará que el chavismo no obtenga los dos tercios de la Asamblea Nacional, el mítico resultado al cual aspira. Pero una cosa son los deseos y los mitos y otra los hechos.

Lo que la oposición hizo con gran esfuerzo durante varios meses para acordarse, resulta insuficiente para derrotar a una fuerza como el chavismo. Recuerdo el empeño que puso la oposición durante la Cuarta República para derrotar a los pilares del sistema, AD y Copei. Se hizo lo indecible y siempre el resultado fue el fracaso.

No era el momento histórico ni existían los recursos y la organización necesarios para conseguirlo. Ahora sucede lo mismo con la actual oposición.

El puntofijismo como proyecto político e ideológico murió, y nada ni nadie podrá resucitarlo. La oferta de quienes se oponen a Chávez es de la más pura esencia puntofijista. Sus dirigentes han sido incapaces de reformularla o disfrazarla. El maquillaje es un fracaso. Absoluto.

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PARA lograr un cambio en la oposición es necesario un nuevo liderazgo, actualizado, sin la huella de un pasado tortuoso, y un trabajo arduo, coherente -que no existe- en el seno del pueblo. Al contrario, a medida que el tiempo transcurre es más evidente la fragilidad del equipo dirigente, la compleja composición política y social del conglomerado opositor, su desgaste y falta de credibilidad. Nada lo unifica internamente, salvo el propósito de salir de Chávez como sea. Planteamiento que también ahora divide. Se quiere jugar con un vago sentimiento unitario. Pero nadie en ese mundo confuso e inestable sabe qué hacer el 26-S, y, aún menos, lo que debe hacer después de conocer el resultado electoral. Cada quien tiene su particular visión, planes e intenciones, lo cual conduce, fatalmente, a la dispersión y la incoherencia.

Entonces, ¿qué hacer? Ahí está el detalle, diría el filósofo mexicano. El verdadero dilema para los venezolanos opuestos al proyecto socialista bolivariano con discursos desfasados; invocando la fantasmal disyuntiva "libertad o dictadura" y "democracia o comunismo", consiste en escoger entre el retorno a un pasado que nadie quiere -vía subversión en cualquiera de sus modalidades- o asumir que Venezuela cambió y disponerse a actuar en ese nuevo marco jurídico, institucional, social, económico y cultural.

Con fallas y errores, con imperfecciones, pero al fin y al cabo lo que está en juego es futuro frente a pasado. ¿Cómo imponer ese salto atrás en unas elecciones con la unidad agrietada, sin proyecto de país, sin organización, sin mística, sin conducción y con el odio como estandarte? ¡Imposible! Es apostar a la aventura, y por eso los preparativos que están en marcha.


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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