En la vida
que estamos llevando hoy día, la globalización, la gran cantidad de
información a tiempo real acumulada, y el aceleramiento que se le pone
a ella, será a lo mejor unas de las bases de la poca o frágil memoria
de algunos seres humanos, de manera muy especial compatriotas venezolanos.
No queremos
encubrir ni escurrir el bulto de lo que se haya hecho malo, bajo ningún
aspecto y en ningún caso. Lo que se haya hecho malo hay que corregirlo,
castigar al culpable o culpables y de manera muy especial reconocer
los errores, de allí las palabras de nuestro máximo líder de este
proceso histórico de transformaciones que estamos llevando en nuestro
país y que se ha extendido por gran parte de Latinoamérica, con sus
instrucciones de aplicar las “TRES ERRES” por que a la final el
errar es de humanos y rectificar es de sabios, tal como lo dice el argot
popular.
Ya en entregas
anteriores nos hemos dado a la tarea de realizar algunos análisis de
este problema. Una vez aclarada la situación, nos permitimos recordarles
a los venezolanos, a aquellos que lo vivieron, y a aquellos que no lo
vivieron, contarles como ha sido a lo largo de la historia de nuestro
país, en lo que a este asunto se refiere.
El problema
alimentario del país no es algo novedoso, la falta de planificación
por años, tanto en los cultivos, en el desarrollo de las
crías de animales que mantienen la dieta del venezolano y la
debilidad en la acción y sincera planificación de los productores
agroindustriales, con una u otra excusa, aunado ello al interés de
mantener los precios, apoyadas estas acciones solamente en los intereses
de los mercaderes alimentarios y a costa de lo que sea, han sido por
mencionar algunos de los problemas que han realmente generado un desorden
en esta difícil tarea de elaborar un verdadero plan alimentario en
nuestra patria.
Si la memoria
no nos falla en la década de los 80 un acaudalado y muy conocido productor
de leche arrojó este líquido fundamental para la dieta del venezolano,
en el Lago de Maracaibo, estado Zulia, y salió en todos los medios de
comunicación, que todos los de la época los conocemos, comentando
el echo como algo correcto, porque no se debía dejar caer el precio
de ese vital líquido para el consumo del pueblo, ¿y éste último
que? y lo que es peor en ese momento ningún líder político, ni religioso,
ninguna organización social, ni la que ahora llaman “sociedad civil”,
se pronunció, al respecto, por tan tamaño descaro y atroz hecho.
Tampoco podemos
olvidar el entierro de grandes cantidades de cebollas en el Botadero
de la Guásima en Carabobo. Las infinitas pérdidas sufridas por los
cultivadores de papas con el cuento de unas semillas importadas que
fueron un fiasco. Al igual que los cultivadores de frutas con el guiso
de la importación de pulpa de fruta, con el mismo fin, obtener las
mayores ganancias a costa del sufrimiento del pueblo y en contraposición
con la hambruna mundial.
Y ni hablar
del peluquín, esa fulana Corporación de Mercadeo Agrícola, fundada
en atención a su objeto para la comercialización de los productos
agrícolas, terminó vendiendo caviar, y a muy buen precio por cierto.
Perdidas millonarias diarias se detectaron en esa corporación y tampoco
nadie dijo nada, nombraban Juntas y Juntitas liquidadoras, pero no se
cerraba…………el negocio era grande, hasta que llegó un señor
serio y con temple el Dr. José Luís Zapata Escalona, Ministro de Agricultura
para la época del mandato del Presidente Luís Herrera Campins, y
la cerro sin tanto espaviento……… afortunadamente.
En nuestras
casas de familia, nuestros padres nos enseñaron a no botar comida,
al igual que en los colegios religiosos donde estudiamos, porque era
un pecado imperdonable y debíamos pensar en aquellos que no tenían
que comer, de allí una hermosa oración que aprendí en mi estadía
en el Seminario Diocesano Nuestra Señora del Socorro de Valencia, cuando
tenía en mente ser sacerdote, que decía, “Gracias señor por estos
alimentos que hoy nos has dado, acuérdate de aquellos que nos los han
preparado y de aquellos que no tienen que comer”.
Ahora están aquellos que aplaudieron esos botes de comida, rasgándose las vestiduras, por el caso de los contenedores, agarrándolo como bandera política, cuando ellos descaradamente tienen sus manos metidas en eso y en la época cuando se botaba comida ni pío dijeron, Por sus hechos los conoceréis.
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