El Sr. general
Carlos Julio Peñaloza, ex Comandante General del Ejército, fue considerado
uno de los oficiales más distinguidos de su generación. Se supone
que el general, por su formación profesional, fue un acucioso estudiante
de estrategia; pero tan importante es la teoría como el análisis y
las conclusiones a definir en cada situación específica. En artículo
publicado en “El Nuevo País” del 01/08/10, se refiere a la crisis
surgida por las falsas acusaciones hechas en la OEA por el gobierno
colombiano, que llevaron al Presidente Chávez a romper relaciones con
el vecino país. La opinión del general Peñaloza parece adolecer de
una visión superficial de la situación fronteriza, al tiempo que no
toma en cuenta la cantidad de hechos peligrosos vividos a lo largo de
estos once años de Gobierno Bolivariano. Tiene razón al evocar la
peligrosa provocación con la corbeta “Caldas” al incursionar en
aguas del golfo de Venezuela, cuando el gobierno de Virgilio Barco y
su belicoso Canciller Fernando Londoño, lo cual fue solucionado gracias
a la firmeza del Presidente Lusinchi: movilización militar hacía la
frontera. También es preciso recordar que apenas un mes más tarde
fueron asesinados nueve guardias nacionales del puesto fronterizo del
Cutufí, lo que llevó al general Cardozo Grimaldi a expresar la sospecha
de que fue una acción del Ejército colombiano. ¿Qué podemos decir
de los 130 paramilitares capturados en El Hatillo, cuya sola misión
era asesinar a Hugo Chávez? La respuesta presidencial fue de “calma
y cordura”, como también lo fue cuando en Bogotá altos funcionarios
del gobierno celebraron el golpe de estado del 11 de abril. ¿Y del
“Plan Balboa,” que puede usted decir Sr. general Peñaloza?
No se trata
de un problema personal entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe. Eso constituye
la forma, pero el fondo surge por su contenido ideológico, más el
mandato de la Casa Blanca, en su ansia incontenible de dominio
de las fuentes de energía. El general Peñaloza se queda corto cuando
estima que Colombia cuenta con 250.000 mil efectivos. En un somero vistazo
a publicaciones especializadas: Instituto de Estudios Estratégicos
de Londres, Instituto de Estocolmo para la paz, Almanaque Mundial de
Defensa del año 2009 del Grupo Mönch alemán y el Grupo Español
Edefa (estimados de diciembre de 2009), coinciden todos en señalar
que, con diferentes cantidades, Colombia cuenta con más de cuatrocientos
mil efectivos de tropa, a los que agregamos los treinta mil paramilitares
de la farsa de San José de Ralito, de los cuales hay más de cinco
mil situados a lo largo de nuestra frontera. Véanse los números de
todos los ejércitos del mundo para constatar que el ejército colombiano
está en el sexto lugar en cantidad de efectivos. ¿Por qué y para
qué?.
En síntesis,
el ejército de Colombia supera en número a las tropas combinadas de
Venezuela, Ecuador y Perú, con la ventaja adicional de mantenerse en
estado permanente de adiestramiento en reales condiciones de combate
desde hace más de 60 años. Surge entonces la pregunta ¿por qué no
han destruido las guerrillas? Sencillamente porque se les acabaría
el gran negocio de la guerra permanente (igual que los Estados Unidos).
Responde ello a la ambición de la oligarquía colombiana de convertir
el país en una potencia que cumpla en la región el mismo papel que
Israel en el Medio Oriente. De allí es fácil deducir la entrega a
los Estados Unidos de siete bases militares, que les proveerán en forma
ilimitada en sus necesidades logísticas si la situación llegase a
devenir en una guerra internacional, en la cual nosotros sólo contaríamos
con el valor de nuestros soldados y todo el pueblo venezolano.
El general Peñaloza critica en forma que demuestra, cuando menos, un desconocimiento de la situación regional y también para Venezuela, que ha cambiado en forma dramática desde el momento en que el servilismo de Uribe Vélez le concedió a los Estados Unidos el uso de las siete bases, a lo cual es indispensable añadir la presencia amenazante de la Cuarta Flota en aguas del Caribe, bases aéreas en las Antillas Holandesas, cuatro bases aéreas de nuevo en Panamá, 46 buques de guerra y siete mil individuos de tropa en Costa Rica; es decir, todo un ejército para “combatir el comercio de drogas y el terrorismo”. Todo esto parece ser irrelevante para el general en comparación con el estado de alerta ordenado en el frente occidental Por supuesto, si bien es cierto que no hay guerras buenas, también es cierto que “guerra avisada no mata soldados”.
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