Organización del crimen y crimen organizado en Venezuela y el mundo

No es posible intentar cualquier tipo de cambio en la sociedad, donde entre la vanguardia y los cuadros existen violadores de los derechos humanos, los principios y valores de solidaridad, justicia y donde no se castigan a los principales responsables de la impunidad con que se actúa en el país, donde se detienen y encarcelan a los que denuncian y dejan libre a los que delinquen y son señalados, y por estar en el gobierno tienen todo el apoyo gubernamental y los medios del Estado. Si hablamos de la organización del crimen, el crimen organizado o la delincuencia organizada, son grupos de tres o más individuos con una estructura y jerarquizados por tiempo indeterminado que se dedican a realizar actividades ilícitas, delictivas, que les reportan grandes ganancias por asociaciones en el concierto de un mundo paralelo, que se mueve tras las sombras y con propósitos específicos, cuyo objetivo es tener acceso directo o indirecto a la economía, la política o cualquier tipo que les reporte beneficios, valiéndose de acciones ilegales, como la corrupción en general, asociándose con funcionarios venales en cargos de relevancia, donde se maneje información necesaria para evadir a la ley y el orden establecido, amparándose en el derecho, asistidos y representados por leguleyos, para evitar ir a la cárcel y pagar largas condenas por sus actos criminales. Es lamentable como las propias vanguardias violan los valores como la solidaridad, la justicia, y actúan con impunidad, y ante el castigo, negocian y se llega a algún tipo de convenimiento, para aminorarles las penas, de manera que purgan algunos años y luego vuelven a sus andanzas. El lucro es lo que los mueve, lo material. Estos tipos de organizaciones criminales se han tipificado con arreglo a la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, o Convención de Palermo, un tratado multilateral que combate estos crímenes según la Resolución A/RES/55/25, del 15 de noviembre de 2000, y entró en vigencia el 29 de septiembre de 2003, con el objeto de proteger, prevenir y promover acciones contra la delincuencia organizada. Sus detalles son clave por la importancia y finalidad en lo conducente a la persecución de estos delincuentes, a través de la cooperación y el combate eficaz y con eficiencia frente a tales flagelos en las sociedades del concierto internacional. Abordar estos desafíos, frenar el desbordamiento de tales delitos y delincuentes ubicados en altos cargos y con niveles en el propio Estado, afectan sin duda a todos los países en los cuales operan las organizaciones como mafias y enlaces con corruptos. Por ello se han definido como grupos delictivos organizados que se dedican a cometer delitos graves, crímenes continuados y de conductas punibles, tipificados por las leyes en los respectivos estados, lo que conlleva a que se debe actuar, persiguiéndolos, atrapándolos y sometiéndolos con rigor a la justicia, y definitivamente, privándolos de la libertad, con arreglo a la situación particular y los antecedentes y agravantes. Tales organizaciones logran alianzas para poder cometer delitos, habiendo concurrencia necesaria, a cada miembro se le asigna una responsabilidad y distinto empleo formal y definido, con lo cual hay continuidad en la condición de los miembros; delincuentes de toda calaña. Cada delito aporta activos indefinidos, tangibles o intangibles, bienes materiales obtenidos de muchas formas y modalidades criminales, que, a diferencia del hampa común, requieren de estructuras verticales y de mando jerarquizado. En cuanto a la tipificación se destacan el embargo preventivo o la incautación, prohibición de transferir, convertir o mover bienes capitales o de cualquier tipo de negocios por mandato judicial. Además del decomiso y privación definitiva de retornar los bienes muebles o inmuebles y capitales, por decisión firme de los tribunales competentes en tales materias. Podríamos agregar al prontuario otros protocolos complementarios, que, junto a la Convención de Palermo, son procedimientos válidos, y remiten a aspectos específicos como trata de personas, reprimidas y sancionadas, en especial cuando se trata de mujeres, niñas y niños. Además, el tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire, la fabricación y tráfico ilícitos de armas de fuego ilegales, a los que no escapan las drogas y estupefacientes. Sin duda un inmenso desafío para las autoridades que deben mantener control absoluto entre sus filas, para poder enfrentar a las organizaciones criminales a nivel global. Que igual tienen una dirección y mando, estableciendo sus burós, como cualquier empresa o compañía, lícita y jerarquizada; con personal en número suficiente para atender a los asuntos que les son afines, los delitos. Son criminales organizados, sicarios, mercenarios, que pasan a trabajar y están disponibles por una tarifa negociable, dependiendo del prontuario y estar dispuesto a ejecutar la tarea que se le asigne al margen de la ley. Las órdenes se imparten a través de una cadena de mando, con arreglo a beneficios personales específicos. Van ascendiendo en sus posiciones al eliminar a la competencia, en una carrera en la cual se quiere llegar arriba para poder mandar y tener el poder y el control de la organización, con iguales características y buscando beneficios materiales, poder adquisitivo que es producto de sus fechorías y crímenes cometidos, con cuyo importe adquieren bienes y servicios como cualquier persona decente, solo que no lo son. Disponen de cuerpos de seguridad autónomos, se infiltran en los organismos gubernamentales, desde donde se mantienen encubiertos. Cuentan con sistemas de comunicación de vanguardia, armamentos, transporte, cajas de seguridad, e instalaciones que permiten al organismo criminal durar hasta que se logre desmontarlos. Para que una organización criminal sea calificada como tal debe tener como características, la acumulación inicial de capitales y ganancias obtenidas de los delitos, de fraudes, estafas, secuestros, extorsiones, con los que generan recursos para financiarse, y poder, para acceder a circuitos comerciales y el tráfico ilegal, que a su vez les facilita los medios y sistemas apropiados que antes no tenían. Necesitan blanquear grandes capitales y hacer circular toda clase de mercancías y realizar actos ilegales, para la acumulación originaria de tales entidades complejas, que operan con una disciplina interna y organización administrativa avanzada, y tratando siempre de evadir los controles del Estado. Sus tentáculos llegan incluso a tocar a altas figuras en esferas del poder estatal, estadal y municipal, donde tiene inmunidad e impunidad para seguir cometiendo sus delitos, sus crímenes, sus fechorías. En el país y a nivel internacional tales organizaciones delictivas son señaladas a diario, con un pasmoso incremento de delitos graves contra el patrimonio nacional, con efectos directos y colaterales ejecutados por los miembros de estas organizaciones casi institucionalizadas, que se han vuelto como algo cotidiano y hasta naturalizado. Han hollado los principios morales y éticos, la fe de las personas que al cifrar sus esperanzas en que las autoridades van a controlar y evitar que se cometan tantos delitos graves, contra el patrimonio y de lesa humanidad, afectando a los partidos políticos, a los funcionarios de alta investidura, delitos que es una constante tanto en la IV República como en la V República, por la degeneración moral, por la corrupción que ha embargado el ánimo. Como se ha dicho, la corrupción es inherente al poder, y como en el aforismo de Lord Acton, el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. La súbita riqueza permite más oportunidades para corromperse, siendo más hay mayor cantidad de gente corrompible y de gente en el poder; y siendo la lógica misma de la explotación capitalista, del estado y del mercado, y el enriquezcamos todos y todas se salta todos los controles sociales y la desbandada hacia el beneficio máximo no conoce límites, ni tiene obstáculos, como ha ocurrido siempre en la Venezuela saudita. En Venezuela la democracia, no el militarismo ha hecho de la corrupción un delito, alcanzando niveles que evidencian este peligro latente que solo con una prensa libre y sin frenos, se puede servir la ciudadanía pueda hacer como lo diría el inefable JJ Velásquez, que lo viejo y ancestral, la corrupción, pueda ser enfrentada por lo nuevo, la democracia, y que la participación y protagonismo de toda la gente, lleve el control, para como en el pasado reciente, se encarceló a un dictador y a un presidente constitucional. A Pérez Jiménez y a Carlos Andrés Pérez. Hoy, pese a los cambios que se observan y son abrumadores, también asistimos a un crimen organizado que compite con las organizaciones constitucionales, donde hay serias fallas y se mantiene una manera de hacer las cosas, sobre todo en política, donde se concentran los criminales y los delincuentes, que hacen del negocio público, un botín para tales clientelas. Y ante tanta distorsión se pierde la confianza en los órganos del Estado, que en vez de cumplir con la constitución y las leyes, ponen sus funciones al servicio de una parcialidad política, la que controla al país desde dentro, por medio de sus instituciones, sin que existan los pesos y contrapesos, que son exigidas por los organismos internacionales de derechos humanos y garantías procesales ajustadas a derecho, y no al capricho del gobernante de turno, al que ramplones mantienen en lo alto del poder, blindándose en los primeros anillos del tejido de una sociedad tan estratificada y segregada como la venezolana, donde el poder de lo constituido se abroga todas las facultades del constituyente, y pasa a representar al propio soberano, sin posibilidades de ejercer su control sobre una estructura que se apoya en el militarismo y un régimen policial represivo, contra todos los ciudadanos y las ciudadanas, la mayoría de la población de a pie. Se silencia la voz crítica, se quiere comprar conciencia, y se desatienden las alertas tempranas frente a las organizaciones criminales que pululan en todo el país, y las que se crean bajo el manto de una total impunidad para los que están mandando. Y es que, como los organismos criminales, operan facultados por la planificación consciente de que existen fisuras en el Estado, por donde se pueden colar y obtener grandes ganancias por individuos y sus grupos, pues no pueden actuar solos, y pese a tantos órganos de seguridad del Estado, hay más desfalcos a la nación, más corrupción y más impunidad. Como en los siglos de la colonia seguimos acatando la constitución y las leyes, pero en la práctica no las cumplimos, y los que están arriba, ensucian a los que están más abajo con sus actos y hechos de latrocinio y corrupción. Los responsables directos no pueden ser intocables, se deben corregir tales desviaciones, y tiene que haber responsabilidad desde quien encabeza la primera magistratura del Estado, hasta quienquiera que ejerza cargo público y no se ajuste a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, para que se reprima a los criminales, que con sus actos imposibilitan que se pueda lograr vivir con dignidad por parte de los venezolanos y las venezolanas, que desde hace tres décadas nos dimos un proceso de cambios desde que asumió el presidente Chávez, y con su asesinato por propios y extraños, muchos de los cuales se han beneficiado como nunca antes en la historia política y empresarial del país, y nos quieren seguir manteniendo engañados, manipulados, con tantas mentiras acumuladas, y sobre todo evadiendo su responsabilidad directa. Vienen elecciones apresuradas en Venezuela porque NiMaMo y el nimamismo las tienen todas consigo, y será cuesta arriba que el gobierno pueda tapar con potes de humo el reciente caso de corrupción, y de los que irán saliendo. O es que acaso vamos a aplicar el borrón y cuenta nueva para las organizaciones delictivas que hay en el país y que se han ramificado a nivel internacional, afectando la credibilidad de todo el país por un grupo y los sectores que se han enriquecido a costilla del pueblo trabajador. Cabe la mayor responsabilidad a quienes han ocupado los altos niveles en la estructura del Estado y por tanto dirigido la nación, sin que obviemos la participación de una oposición que ha desfalcado al país y ha pedido la intervención de otros gobiernos y fuerzas armadas extranjeras para salir de NiMaMo. Esto es inaudito, no es posible que no podamos elegir entre tantos y tantas hombres y mujeres de valía en la patria, para que en uno de los países más ricos, vivamos en condiciones de pobreza, mientras los pocos que gobiernan, junto a los que se han enriquecido sigan haciéndolo.



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Franco Orlando


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